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CASTELLÓN

Ganó la fiesta

, Los dos novilleros y, algo benévolamente el ganadero, salieron por la puerta grande en Castellón. Tarde triunfal donde fue la fiesta de los toros quien ganó, definitivamente, el mano a mano de Ramírez y El Juli. Fue una de esas tardes que hacen afición. No era para menos, con las suertes que allí se dieron y vivieron. La emoción surgió de los capotes de ambos novilleros que lograron hacer lucir el tercio de quites. Ora aquí por tafalleras; quita que voy por gaorieras; déjame que voy a dar una gallosina. En definitiva, los dos jóvenes estaban cumpliendo con su deber como novilleros. Ir a por todas en sana competencia. Así lo hicieron, luego cada cual llenó su esportón como supo.

Jandilla / Ramírez, López

Novillos de Jandilla, 1º y 2º aplaudidos en el arrastre. Resto nobles y encastados, justos de fuerzas.Alberto Ramírez: dos orejas, ovación y vuelta; oreja. El Juli: dos orejas; una oreja; dos orejas. Los dos novilleros y el ganadero salieron a hombros por la puerta grande. Plaza de Castellón. 17 de marzo. Tercera de feria. Más de media entrada.

Tres orejas se ganó Ramírez. Dos en el que abría plaza, al que el castellonense toreó con gusto, ligando los pases y mandando. Como matara de estocada fulminante, desorejó al jandilla que abría plaza. La faena a su segundo se inició con brillo, pero el animal a la mitad fue tropezando con el engaño y se deslució. En el tercero, Ramírez, que brindó a El Juli, se llevó un novillo blandito pero trató con la izquierda de sacar partido hasta que el animal desarrolló sentido y entró a matar, lo que hizo de pinchazo y media, concediéndosele la oreja.

El Juli dio un recital de suertes de capa. El joven madrileño, además de lucirse en quites, también se mostró profundo y con temple con la franela, sobre todo con su primero, al que justito de fuerzas le subió la mano, le embebió en la muleta y ya no se cayó más y lo llevó por donde no quería ir.

El Juli no fue tampoco, al menos aquí en Castellón, un vulgar pegapases derechacista, cuando toreó con la diestra lo hizo despacito, en redondo y con mando. Hasta probó fortuna con los rehiletes y terminó poniendo en pie al público, que tras ver salir a los dos novilleros y al ganadero por la puerta grande se rompió las manos.

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