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Reportaje:

Muñecos 'setentones'

Los míticos 'madelman' se han convertido en una pìeza apreciada por los coleccionistas

Hablan con entusias mo y emoción mien tras mentalmente se trasladan a su infancia apreciada por los coleccionistas de pantalón corto y Barrio Sésamo. En aque llos años arrasaba el scalextric y familias enteras se entretenían con los Juegos reunidos Geyper mientras los hijos, recién llegados del colegio, merendaban pan con nocilla. Pero en la época del tardofranquismo hubo un juguete genuinamente español que hipnotizó y fascinó a los más pequeños: se trata del madelman."La calidad del plástico era bastante baja y el muñeco era muy frágil, pero, aun así, tenía una movilidad perfecta. Fue toda una revolución para mi generación", explica con entusiasmo Pedro Lozano, un admirador de estos juguetes. Lozano, de 33 años y profesor en la Universidad Complutense, comenzó a coleccionarlos durante su etapa de estudiante universitario.

Ahora tiene un particular tesoro de 400 muñecos, incluidos geyperman o big-Jim, y casi todos sus complementos: desde los helicópteros, los jeeps y las naves espaciales hasta las motos o los caballos.

Lozano se pasa horas vistiendo a sus muñecos, "igual que cuando era un crío". Aunque no existe una asociación que agrupe a estos coleccionistas, muchos se conocen e intercambian objetos e impresiones a través de Internet.

A la mayoría no les gusta hablar de precios, pero hay quienes no reparan en el gasto a la hora de conseguir una de sus piezas soñadas. "Se han llegado a pagar 24.000 pesetas por El Arquero Rojo o El Enmascarado", señala Lozano. "En alguna ocasión he pagado 15.000 pesetas por el pirata madelman, pero sé de algunos que han llegado hasta las 50.000 pesetas", comenta ahora Yoon Lim, un arquitecto coreano nacionalizado español, residente en Pozuelo. Lim lleva unos siete años metido en el mundillo. "Comencé por nostalgia. Un día se me encendió el chip y decidí conseguir aquellos muñecos con los que jugaba en mi infancia", apunta.

Desde hace poco más de un mes dedica sus horas libres a customizar -o lo que es lo mismo, hacerles trajes- que después vende a ciertos clientes.

La extinción de los madelman llegó a mediados de los años setenta, cuando los geyperman, con sus barbas y su pelo rapado al estilo militar, les tomaron el relevo. "Eran más grandes, peor articulados y estaban copiados de los muñecos ingleses", recuerda Rafael Martín, fotógrafo de 31 años que vende juguetes antiguos en el Rastro. Martín dispone de la colección completa de madelman. "El 85% los tengo metidos en cajas", comenta mientras destaca su pieza favorita: el trampero.

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Para ampliar información, una de las direcciones de Internet más útiles y completas es la siguiente: http://personal.redestb.es/yoon/am0l.htm

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