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La prensa, chivo expiatorio

La culpa es de la prensa, se ha convertido en tradición. Cuando la información les molesta, los poderes se revisten con grandes principios e intentan aprovechar la oportunidad para reforzar las presiones que atenazan a las empresas periodísticas y volver a poner en tela de juicio la libertad de información. El caso Elf y sus múltiples ramificaciones no escapan a la regla. ( ... ) Es cierto que la prensa ( ... ) no es irreprochable. Unos cuantos dañan su credibilidad y la de los periodistas. Las entrevistas exclusivas engañosas, las informaciones calumniosas y falsas o las relaciones incestuosas con el poder son prácticas, marginales pero reales que facilitan la labor de los que quieren atacar el derecho a la información. ( ... ) Pero estos deslices no justifican el endurecimiento permanente de las obligaciones que pesan sobre el ejercicio de un oficio indispensable para la democracia. ( ... ) La prensa no puede ser acusada de los escándalos. Lo que hace es revelarlos. ( ... ) Si la justicia estuviese segura de poder llevar con total independencia y a buen fin las investigaciones que le competen sobre casos que minan la democracia, sobre comportamientos inadmisibles de ciertos dirigentes, ( ... ) la prensa no se vería implicada. Los proyectos que apuntan a reforzar la presunción de inocencia son a la vez irrecusables en su enunciado y bastante inquietantes en cuanto a su objetivo real: volver a la casilla de salida, la de los asuntos enterrados.11 de marzo

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