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FÚTBOL: 28ª JORNADA DE LIGA

Empate improductivo

El Atlético y el Betis pierden la ocasión de asomarse a los puestos de cabeza

Santiago Segurola

A la vista de que el empate es un resultado casi improductivo en el sistema actual de puntuación, el Atlético y el Betis salieron decepcionados del Manzanares. El segundo puesto les queda todavía lejos, y parece que en realidad ninguno está para pelear por una plaza en la Liga de Campeones. La ausencia de Kiko resultó desastrosa para el Atlético, que fue todo voluntad y mal juego. En el capítulo táctico fue superado por el Betis, que tampoco tiró cohetes, pero funcionó con más armonía, tanto cuando estuvo al completo como cuando jugó con diez. Luis se tiró el folio y dio la impresión de pensar en el partido del día anterior en el Camp Nou: respondió a la expulsión del central Merino con la entrada de Oli por el centrocampista Cañas. En clave psicológica se podía entender que Luis actuaba para la cátedra madridista y para Heynckes, que perdió a Hierro y metió a todos los centrocampistas que pudo. Y la cosa no le fue mal. Al menos consiguió el empate.El partido tuvo gran vocación táctica, especialmente por parte del Betis, cuyo dispositivo resultó inabordable para el Atlético. Una vez más, el equipo de Antic actuó de forma repetitiva, mecánica, sin más soluciones que los pelotazos cruzados al flanco que deja abierto el sistema de Luis. Durante el primer tercio del encuentro, el Atlético fue superado con cierta comodidad por su rival. El balón perteneció casi exclusivamente al Betis, que no terminó de rentabilizar esa ventaja. Había una cierta capacidad de asociación y el interés de Alexis por gobernar el partido, pero faltaba llegada. Al Atlético le faltaba de todo. Sin Kiko perdió una referencia fundamental en su juego, tanto por lo que representa dicho jugador como por su capacidad para inventar cerca del área. Y el que más sufrió su ausencia fue Vieri, condenado a un estajanovismo inútil. Línea por línea, el Atlético sólo se sostuvo en el aspecto defensivo.

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Antic decidió meter a Paunovic en el puesto de Kiko. Hacia la media hora de partido intercambió su posición con Caminero y el asunto dio algo de vida al Atlético, que hasta entonces estaba preso de la vulgaridad más absoluta. Sólo por empuje equilibró un partido que el Betis gobernaba a su antojo. Pero el conjunto del partido resultaba insatisfactorio por árido y mal jugado. Si el Atlético era monotemático en su fútbol, al Betis le faltaba la contribución de Jarni y Finidi, que se emplearon con más timidez de lo habitual. El segundo tiempo apenas ofreció variaciones, aunque hubo datos que pudieron resultar decisivos. En el capítulo de las ocasiones hubo una espectacular de Paunovic, que recibió a dos metros de la portería un centro de Vieri. Ante el asombro general, Paunovic elevó el remate por encima del larguero. Allí escribió su epitafio: cinco minutos después fue sustituido por José Mari.

En el 58, fue expulsado Merino. Como noticia era interesante para el desarrollo del encuentro. ¿Sacaría provecho el Atlético de su superioridad? ¿Respondería el Betis de manera defensiva? ¿Qué decisiones tomarían los entrenadores? A Luis no se le escapó la oportunidad de poner distancia con Heynckes: colocó a Femando, un interior de toda la vida, como central en la línea de tres, retiró a Cañas para meter a Oli como delantero y retrasó a Alfonso hasta la media punta. La decisión será muy comentada en ciertas tertulias madridistas.

La expulsión no tuvo efectos reales sobre el desarrollo del juego. El Atlético siguió empujando, pero nada en su fútbol tenía claridad. Se cruzaron decenas de pelotazos sobre el área y se crearon bastantes problemas en los saques de falta, en los cuales el árbitro dejó actuar con una impunidad intolerable a los defensas del Betis. Los agarrones los empujones a los delanteros del Atlético fueron constantes, pero los árbitros entienden el reglamento a la ligera. O no lo entienden.

El duelo terminó de la forma prevista. El Atlético fue víctima de su fútbol mecánico y simplista y al Betis le perdió la falta de llegada. Hubo un punto de irrelevancia en su juego que se concretó en la casi inactividad de Molina. Así que un empate. O sea, una derrota para dos equipos que querían asomarse a la cabeza.

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