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FÚTBOL 27ª JORNADA DE LIGA

Athletic y Sporting abofetean al fútbol

Urzaiz salva de la derrota a su equipo con dos tantos, el segundo en el último minuto

El público, los fondos, la autoestima, el resultadismo... El Athletic puso en marcha toda la parafernalia de los elementos ajenos al juego para recibir al colista de la Primera División. La estadística (una ciencia ajena al fútbol) le avalaba: el Sporting era una víctima propiciatoria en la convalecencia bilbaína; además, con López de la Fuente jamás había perdido el Athletic. Y en esto que el Sporting inscrusta dos balones en la red, como quien lava. Y el Athletic que flaquea, que se desvanece, que tembletea como un colegial. Y Guerrero que se apresta al desarrollo del trabajo sucio. Y el Sporting que disfruta con el espectáculo. Y el fútbol que se va y la sorpresa que se acrecienta y al final que se alcanza el empate y el Sporting que ni así, con todo a su favor, consigue redondear una fiesta.El Athletic lleva buena parte de la temporada jugando sin cabeza, al albur de las circunstancias, y con la confianza depositada en un sorteo favorable del balón. Cuando la tómbola no funciona, el Athletic no existe.

El Sporting condenado, reducido a un papel testimonial en el campeonato, le dio una lección de orden y disciplina, bien es verdad que sin fútbol en el talego, a un equipo que ha hecho de la voluntad su único argumento.

El Athletic ha hecho del fatalismo una suerte de filosofía: le gustan los segundos tiempos, las emociones fuertes, la adversidad. Y el Sporting le proporcionó bastante de todo ello.,

A los 20 minutos, el Sporting tenía todo el trabajo hecho: dos goles, la autoestima y la dignidad recobradas y el partido a su medida, es decir del tamaño de un centímetro: sin jugadas, sin juego, sin sabiduría, sin ritmo, sin imaginación. Un ingenio para trabajadores del fútbol, esforzados del césped y demás especies que abominan del toque y la clarividencia.

El Athletic era un sucedáneo de impotencia. Por un lado quería huir del balonazo ante una defensa numerosa y por otro, no sabía qué inventar. Así moría el fútbol, el partido y la paciencia del público. Hasta mediada la primera mitad no consiguió el Athletic su primer disparo a la portería por obra de Urzaiz.

Y el Sporting, erre que erre, a correr y correr, cual si de atletismo se tratara. Y el Athletic, erre que erre, a resbalarse y caer una y otra vez en la tela de araña de un equipo famélico. Un voleón de Urzaiz dinamizó la alegría de San Mamés, condenado a vivir con poca cosa, a la vista de que cualquier arreón organizado podía romper el muro sportinguista en siete pedazos. Ni así.

Con el equipo asturiano encerrado en su territorio, el Athletic fue tropezando una y otra vez con su falta de imaginación, con su falta de toque para levantar un balón en condiciones. Y por aburrimiento llegó el empate, en un disparo de Larrainzar que repelió el poste y Urzaiz empujó a la red. Si hubieran restado cinco minutos, el Sportíng hubiera entregado el partido.

El Athletic se fue encantado con el empate. Ni su fútbol, ni sus condiciones anuncian nada bueno. Ayer fue capaz de empatarle al colista en el minuto 90. Todo un éxito.

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