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El último zar será enterrado en julio en San Petersburgo

El Gobierno de Rusia decidió ayer que los restos del último zar, Nicolás II, y de varios miembros de su familia, que fueron exhumados en 1991, serán enterrados el 17 de julio en la catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo. Se trata de una decisión política -en esa fecha se cumplirán 80 años de la ejecución de la familia real-, que no ha encontrado un apoyo unánime en la sociedad rusa, pero que las autoridades creen necesaria para conseguir la reconciliación nacional definitiva y dar vuelta a una de las páginas que califican como de las más ignominiosas de la historia rusa.El 17 de julio de 1918, un grupo de bolcheviques al mando del comisario Yákov Yurovski con dujo al zar, su esposa, sus cuatro hijas y su único hijo al sótano de la casa del comerciante Nikolái Ipátiev en Yekaterimburgo. Les acompañaron tres criados y el médico, que quisieron compartir el destino del zar. Los bolcheviques habían decidido fusilar a la familia imperial ante el avance del Ejército Blanco y el peligro de que liberara a Nicolás II. Se cuenta que el zar, su esposa y su hijo murieron instantáneamente, pero no las hijas, que tuvieron que ser rematadas a bayonetazos: habían tenido la mala idea de colocarse sus joyas debajo de la ropa para protegerse y tener la posibilidad de quedar con vida.

El presidente ruso, Borís Yeltsin, había anunciado que sería él quien decidiría el lugar y la fecha. en que se enterrarían los imperiales restos, pero inesperadamente, a mediados de semana, anunció que dejaba la cuestión en manos del Gobierno. A esto había precedido una reunión con Alejo II, el patriarca, de la Iglesia Ortodoxa Rusa. En ella, Alejo II seguramente adelantó a Yeltsin que el Santo Sínodo no apoyaría la idea de sepultar los restos exhumados en 1991 como si realmente pertenecieran al zar y su familia. Ante ello, Yeltsin prefirió lavarse las manos y no comprometerse con una decisión a la que era reticente la Iglesia ortodoxa, que se ha convertido nuevamente en una de las instituciones más influyentes de la sociedad rusa.

El Santo Sínodo, efectivamente, votó anteayer por abstenerse y no pronunciarse por el momento sobre la autenticidad de los restos exhumados en 199 1. Al mismo tiempo, propuso ponerlos en una tumba-monumento y continuar los análisis hasta que se disipen todas las dudas que todavía existen al respecto.

Los restos que la comisión gubernamental ha dictaminado que pertencen a la familia imperial fueron encontrados en 1979 por el geólogo Alexandr Avdonin. Éste, después de estudiar todo lo relacionado con la ejecución del zar, examinó aquel año los restos que halló en una tumba en los alrededores de Yekaterimburgo y llegó a la conclusión preliminar de que pertenecían a Nicolás II y sus familiares. Pero decidió guardar silencio: los tiempos no estaban para hacer ese tipo de descubrimientos.

En 1991, cuando se desintegró la URSS, Avdonin contó que había dado con la tumba del zar y entonces fueron exhumados los restos qué allí había. Pertenecían éstos a nueve personas, según los análisis: Nicolás II, la zarina Alejandra, sus hijas Olga, Tatania y Anastasia, el médico Yevgueni Botkin, dos ayudas de cámara y un cocinero. Faltaban los del zarévich Alexéi, y los de su hermana María, pero ahora Avdonin asegura saber dónde se hallan y sólo espera la autorización correspondiente para comenzar las excavaciones.

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