Abril Martorell
¡Cállate, social-burócrata!, era la frase que más utilizaba el vicepresidente del Gobierno de UCD cuando tenía la debilidad de solicitar mi parecer por mi calidad de profesional de la administración. ¡Y a mucha honra!Hoy no me callo para dejar constancia de su honradez, lucidez y capacidad de trabajo. Baste una anécdota.
Un termo con café, una cajetilla que agotaba antes que yo la mía, ¡qué ya es decir!, y servilletas de tasca -austera honradez-, con lo cual yo me sentía a gusto y la noche ya hacía tiempo que había dejado atrás las doce horas -capacidad de trabajo-. Creación o no de los cuerpos de informática en la administración, con independencia de las distintas posturas (casi siempre partíamos de opiniones opuestas), llegábamos siempre a una conclusión única. En su servilleta de tasca trazó una línea recta: "Éste suele ser tu camino, pero si te ponen un punto en medio no llegas al final". A continuación dibujó un entramado de rayas y más rayas partiendo del principio y acabando en el final; a mi juicio, era un auténtico caos, y aquí vino la lección: "Ponme un punto donde quieras; tardaré, pero yo llego".
Gracias, vicepresidente, por la lección que nunca he olvidado y perdón por la contestación que te di: "No tienes derecho a engañar a los españoles, que te denominan el caótico cuando tienes una mente lógica y de las más inteligentes que conozco". ¡Cállate, social-demócrata! Hoy no me callo, y para mí no te has ido del todo, pues considero que cuando sigues queriendo a una persona ésta no muere del todo, y puedes estar seguro de que mi cariño y agradecimiento viven conmigo, como estoy seguro que sucede con todos los que te conocieron.-