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El Mallorca amarra la final de Copa

Gálvez ratificó el pase a cuatro minutos de la conclusión ante un batallador Alavés

Un gol de Gálvez en el último tramo del partido certificó la clasificación del Mallorca para la final de la Copa del Rey, a disputar el próximo 29 de abril. El tanto desniveló un partido muy trabado y provocó el delirio de la linchada, feliz por la trayectoria del equipo, que alcanza una final copera por segunda vez en su historia.

El equipo de Héctor Cúper no hizo concesiones a la galería y superó los primeros 45 minutos con el 0-0 en el marcador, primer gran objetivo de la noche, aun a costa de trasladar a las gradas síntomas preocupantes de atasco general en el centro del campo y en el ataque. El Alavés jugó más y mejor, pero adoleció de pegada y quizás hasta de un poco de suerte en jugadas decisivas.

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El juego estuvo espeso y a expensas del generoso esfuerzo físico de los jugadores, más que de la calidad individual que se les supone a Valerón, Stankovic y Amato.

El equipo que dirige Mané que ya entrenó al Mallorca hace dos años y conoce al dedillo las limitaciones del campo jugó al filo de la navaja durante muchas fases del partido y como ya había avisado el propio técnico, "el riesgo será nuestro compañero esta noche". Y lo fue hasta el punto de poner nervioso al propio Cúper, que se caracteriza precisamente por sus nervios de acero, que gritó y salió del banquillo más que en toda la temporada.

En ocasiones, el Mallorca parecía víctima de una duda hamletiana: buscar el partido de cara o especular con el resultado. A ratos optaba por lo primero; las más de las vecespor lo segundo, escondiendoel balón y mirando de reojolas manecillas del reloj. En ese terreno abonado a nada el Alavés encontró petróleo y almenos mantuvo la tensión y laincertidumbre que, en ocasiones, se podía mascar en unanoche abierta a todo: la gloriade disputar una final de laCopa del Rey o el fracaso rotundo de caer con todo a favorante un segunda.

El encuentro mantuvo el tono inicial en la reanudación con la salvedad de que los jugadores de Mané se fueron olvidando poco a poco de sus preocauciones y decidieron buscar con descaro la portería de Kike. Cúper colocó a Gálvez en el lugar de Esquerro, pero las coordenadas básicas del conjunto isleño. siguieron siendo las mismas, es decir, presión en el centro del campo y disciplina: en defensa. Todo ello ante un público que lo perdonaba todo por el hito histórico que su equipo estaba a punto de conquistar.

Cualquiera intentona ofensiva visitante era respondida con silbidos nerviosos en las gradas. Una decisión desfavorable del árbitro hacía poblar el Luis Sitjar de hojas de periódicos haciendo las veces de pañuelos. Era el ambiente propio de las grandes gestas y todo ello con el. reloj a favor. El gol de Gálvez acabó con cualquier tensión y desató la alegría del estadio. Fue la mejor respuesta del Mallorca al último disparo a portería del Alavés. Marcelino estuvo a punto de marcar en propia puerta, pero el cuero se fue lamiendo el poste.

Cúper, finalmente, pudo respirar y, con él, el Luis Sitjar entero. Mallorca era una fiesta. El Alavés claudicó como un grande. No renunció nunca a la victoria y sólo se entregó en los últimos minutos, cuando encajó el gol. El equipo de Mané confirmó su capacidad para maniatar al rival, aunque en esta ocasión no estuvo muy lúcido en el juego ofensivo. No llegó a portería con la frencuencia suficiente como para derrotar al Mallorca y culminar una excelente trayectoria copera.

El Mallorca refrendó con la final de Copa su excelente campaña también en la Liga. Nadie como Cúper ha optimizado tan bien los recursos.

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