Acento
Trabaja en la televisión pública catalana una chica agradable y cordial que responde al nombre de Mari Pau. Es alegre como un pajarito y cálida como un Cointreau, pero ha estado a punto de tener un disgusto. Un señor Minguella, de la ilustre localidad de Juneda, ha escrito múltiples e indignadas cartas a los diarios mostrando su profundo disgusto por la dudosa catalanidad del acento de Mari Pau. Raudo como una centella, ha intervenido un destacado miembro de la Comisión de Normalización Lingüística de la televisión catalana, el cual, hecho un San Jorge, ha librado a Mari Pau de la furia fonética de Minguella.Para el miembro de la Comisión, Mari Pau, en efecto, ha tenido la desgracia de perder la pureza del acento, siendo así que el actual lo tiene "muy influido por el de Barcelona", lo cual (añade con la clásica tolerancia catalana) "es lamentable, pero humanamente explicable". Subraya el miembro, sin embargo, que si bien es cierto que el acento de Mari Pau "ya no conserva todos los rasgos característicos de su habla originaria" (razón por la cual el miembro comprende el disgusto profundísimo de Minguella), sí puede afirmar y afirma que Mari Pau "pronuncia los sonidos de manera perfectamente genuina" y que "estos sonidos son impecablemente catalanes". ¡Uf, salvados! ¡Gracias, oh miembro de la Comisión!
Los catalanes no tenemos ni genes ni cráneos raros como los vascos, pero nuestra lengua delata inmediatamente, de un modo rotundo e inapelable, al ciudadano poco genuino o escasamente natural. ¡Tiemblen todos aquellos que tratan de hacerse pasar por catalanes! Mientras contemos con estos comisarios pagados para escrutar la catalanidad del acento de los empleados, aqui no se cuela nadie.
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