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Un hervidero de miedo y lamentaciones

Clientes defraudados ocupan la firma de inversiones que suspendió pagos

A última hora de la mañana de ayer los empleados de AVA (Asesores de Valores, SA) distribuían entre sus clientes una nota en la que anunciaban que ya habían presentado suspensión de pagos en el Juzgado de Primera Instancia número 2 de Zaragoza y una querella ante la Audiencia Nacional contra Socimer y Transáfrica. La agencia asegura que se siente estafada y perjudicada también por un agujero de 15.000 millones que ha hecho tambalear las carteras de sus clientes.Chupas de cuero, parkas de gamuza, abrigos de piel... El paisanaje de la agencia era diferente, pero todos compartían el mismo problema. Desde las nueve de la mañana la gente volvía a agolparse, por segundo día consecutivo, ante la sede central de Zaragoza.

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Las furgonetas de la policía y la presencia de los guardias entre los clientes apuntaban que algo había cambiado en una sede que, hasta la pasada semana, concentraba en su local de suelos de tarima y pantallas conectadas con las bolsas de todo el mundo a cientos de inversores atraídos por la pujanza de un negocio en crecimiento desde 1995.

Su producto estrella era la Cuenta OPV, para salidas a Bolsa y privatizaciones, y estaba especializada en renta fija internacional y operaciones con obligaciones emitidas desde países emergentes, como en el caso del banco UNB Medefin, con sede en Argentina, que es el que ha afectado la solvencia del grupo.

Los que se concentraban a media mañana en el paseo de Sagasta, corazón de la Zaragoza comercial, estaban más despistados que los que se acercaban a primera hora o en el rato del almuerzo. "Ayer creía que lo había perdido todo. Pero yo invertí en Fondtesoros y con eso no pasa nada", aseguraba un jubilado eufórico.

Entre papeles, en algún caso con los ojos llorosos, el medio centenar de trabajadores ponía buena cara a la adversidad. Alguno ha perdido casi 40 millones que depositó su familia, arrastrado por la confianza en una agencia donde trabajaban conocidos. También los trabajadores han invertido y han perdido.

Algunos contaban casos de conocidos: "Una cliente de 81 años me ha tenido toda la noche ayudándole con manzanillas. Lo ha perdido todo". "Mi marido, mis hijos, todos teníamos aquí los ahorros. Hasta dentro de dos o tres días no sabremos nada". La mujer que habla no podía reprimir su angustia.

Nadie quería dar su nombre aunque se veían caras conocidas: ex jugadores del Real Zaragoza, algún político, empresarios. Juanjo Camacho, propietario de AVA, ha sido jugador del club. Según algunos, él alentó a invertir al mundo futbolístico. "Alguno será muy rico, pero la mayoría tenemos el dinero de toda la vida y nos hemos quedado sin nada. En junio se casa mi hija y no puedo ni pagar la boda", asegura una señora.

Los que callaban se notaba que tenían más dinero invertido. Y es que la cartera de entre 6.000 y 8.000 clientes nominales de AVA puede cuaduplicarse. "Tras cada inversor hay una familia, un grupo de amigos", explicaba un agente de seguros.

Otro cliente asegura: "Jugué. Ponía dinero y a los tres meses lo hacía efectivo sin problemas. Ocurre que el 31 de enero, cuando ya habían comenzado las inspecciones, suscribí más bonos y nadie me advirtió nada". Ahora lo tiene claro: "Me parece que los de AVA eran moscas en una charca de tiburones". La primera agencia de valores aragonesa construida con el esfuezo de cinco personas ha durado un sueño. Los responsables de la sede central en Zaragoza no hablan, se limitan a distribuir comunicados a clientes y medios de comunicación.

Los abogados comienzan a trabajar con las reclamaciones de los afectados. Hay constructores, políticos, empresarios, gente mayor y gente joven. "Era dinero que corría y subía como la espuma", evoca un cliente. Ayer los rótulos de la fachada de AVA seguían anunciando inversiones y cotizaciones de las bolsas del mundo.

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