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Entrevista:

La Universidad es la institución más crítica del país

Juan Arias

Luis Arroyo Zapatero, de 47 años, casado, padre de un hijo que estudia en una universidad de Alemania, es rector de la Universidad de Castilla-La Mancha desde 1986, fecha en la que era el rector más joven de España. Catedrático de Derecho Penal, hizo estudios de doctorado en la Universidad de Colonia. Es autor de varios libros y artículos en revistas especializadas. EL PAÍS lo ha entrevistado en Ciudad Real, donde de un erial ha creado uno de los más modernos campus universitarios de España.

Pregunta. Usted hizo estudios en Alemania y ahora un hijo suyo se está formando allí. ¿Qué diferencia ve con nuestra Universidad?

Respuesta. En España, desde mis años en Alemania, de 1975 a 1977, hemos hecho un largo camino en cuanto a la libertad y a la calidad. En el sistema universitario español se ha producido una revolución tranquila pero sustancial. En estos 15 últimos años se ha invertido más en edificios, bibliotecas y laboratorios que desde Carlos V, que fue el creador de las universidades.

P. ¿También en el campo de la investigación científica se ha avanzado?

R. La ciencia universitaria española es hoy fruto de un trabajo anterior, de una generación formada en el extranjero. En los años sesenta lo bueno era un espacio muy reducido, mientras que hoy la calidad media es la proyección de aquella generación de los años sesenta. Los interlocutores del mundo científico más avanzado son ya no sólo personas aisladas, sino grupos enteros en todas las universidades.

P. Pero me admitirá que estamos aún muy lejos de Alemania, por ejemplo.

R. Estamos lejos de Alemania, entre otras cosas porque Alemania estaba muy lejos de nosotros y con una tradición muy seria en materia universitaria, muy rigurosa y muy alemana. Pero hoy no estamos lejos de Francia ni de Italia. Y sin duda, lo que se hace en España no es ya una caricatura de lo que se hace en Alemania.

P. ¿Qué nos falta aún para estar a la cabeza de las mejores iniversidades europeas?

R. Nos falta sólo tiempo para ponernos a la cabeza europea. Hay que digerir los nuevos planes de estudio, que no son sólo negativos. Es necesario un cambio de cultura. El número de estudiantes se va a ir ajustando por si solo por efecto de la onda demográfica. Los profesores tendrán que ser tutores de los alumnos, y en eso tenemos que ser más imitadores de los ingleses que de los alemanes, cuya libertad académica es radical.

P. Hay quien dice que las universidades privadas poseen virtudes que les faltan a muchas públicas, como el seguimiento personal de los alumnos.

R. Esas virtudes serán de alguna universidad privada de algún mundo que no conozco, porque, desgraciadamente, la experiencia de nuestras universidades privadas no responde a las expectativas que algunos pueden tener. Yo siempre he sido escéptico en esa cuestión, pero, a pesar de todo, por ejemplo, la Universidad pública inglesa es tutorial. Lo que ocurre es que España ha hado una duplicación brutal del número de alumnos.

P. ¿Qué diferencia nota entre los estudiantes de hoy y cuando usted estudiaba?

R. Mis problemas con los estudiantes no son los que yo tenía. Hoy exigen más plazas en las residencias universitarias, más puestos de biblioteca, laboratorios de docencia. Además, exigen participar en las convocatorias de los programas de intercambios con el extranjero. Es decir, estamos ante otro consumidor.

P. En las tutorías de los alumnos ¿no estamos en España en el furgón de cola?

R. Nosotros vamos a poner en marcha que todo profesor estable tenga la tutela de una docena de estudiantes a lo largo de toda su vida. Tenemos ya alguna experiencia en alguna titulación, como en Filología Inglesa. Cada estudiante que entra sabe que hay un profesor que le va a seguir toda la carrera. Eso, en algunas universidades, entiendo que es difícil, pero nosotros podemos establecerlo y lo vamos a hacer.

P. Se suele criticar a la Universidad española de excesiva endogamia.

R. Es una crítica desacertada. Es endogámica cualquier cosa que tenga historia y tradición. Lo es el cuerpo de notarios, la buena prensa. El sistema actual hapermitido una cosa muy importante, y es que, por ejemplo, en las universidades del País Vasco o de La Laguna haya profesores que no había, porque el que sacaba la cátedra se iba aldía siguiente. Y lo que digo de esas universidades vale para la mitad del sistema universitario español.

P. ¿La endogamia no supone pérdida de calidad?

R. No creo. Al final, con un sistema u otro, son las escuelas las que deciden. Y si la escuela decide la calidad, da lo mismo. La designación de los dos vocales de los tribunales ha permitido a las universidades nuevas nacer con mucha mayor selección, sin que haya quedado al exclusivo albur ni de una decisión ministerial ni de un bombo de sorteo.

P. Se acusa a veces a la Universidad española de haberse quedado envejecida, lejana de los retos del 2000. Que es eterna, pero inmóvil como una iglesia.

R. No, no. Lo que pasa es que la Universidad es la única institución, al menos en este país que ha sido capaz de una reforma radical, y que, porque fracasa en un 15%, decimos que estamos muy mal. La transformación de la Universidad española en procedimientos de gestión, de docencia, enseñanza e investigación ha sido tremenda. No estamos ante la vieja Universidad, sino ante la institución más autocrítica de este país. Somos los únicos funcionarios que hemos asumido con entusiasmo el principio de la evaluación externa de nuestro trabajo científico. Un día tendrán que asumirlo otras instituciones del Estado.

P. ¿Debe ser la Universidad una empresa?

R. Debe gestionarse con criterios empresariales, pero no debe ser una empresa. Por eso no creo demasiado en las privadas, porque no somos una empresa en el sentido de tener que ofrecer beneficios en directo. Eso es antitético con la Universidad. Pero hoy es normal encontrarse en la Universidad investigadores y empresarios trabajando en la ciencia aplicada. La vinculación al mundo empresarial es la segunda revolución de la Universidad española en estos últimos años.

P. ¿No existe el peligro de que la Universidad se configure según los gustos y los criterios de las empresas?

R. Yo creo que el peligro es menor de lo que se dice. En todo caso, la empresa tiene que tirar de la investigación y el Estado tiene que garantizar que se estudien ciertas cuestiones que pueden no interesar directamente a las empresas. Creo que las dos razones que justifican la Universidad son la libertad de cátedra y su autonomía.

P. En la encuesta realizada por EL PAÍS los estudiantes se ven, sin zozobras, realizando, dentro de 10 años, un trabajo distinto del campo que han estudiado. R. Es, sobre todo, inevitable. Por eso tenemos que pensar en un sistema de educación que les prepare para esa eventualidad. Un chico que comienza una enseñanza de ingeniería técnica o industrial, luego debe poder, por ejemplo, trabajar como físico o químico; o uno que empieza en químicas debe poder prepararse en año y medio para ser experto en tecnología de los alimentos. Todo eso es muy importante.

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