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Se trata de economía, estúpida Unión

Soledad Gallego-Díaz

La nueva crisis de Irak ha dejado dos cosas claras. Primero, que la CNN tiene unas ganas enormes de poner a prueba sus cámaras con modernísimos sistemas de visión nocturna. (Uno de sus portavoces declaró textualmente a Le Monde: "Si hay bombardeos sobre Bagdad, les prometo que verán ustedes buenas imágenes en directo. También hemos previsto otras cosas excepcionales, que no revelamos de momento a causa de la competencia"). Segundo, que la Unión Europea ha vuelto a hacer un papel deplorable.Siempre que hay una crisis internacional y la UE desaparece del escenario, los analistas recuerdan que la Unión es un gigante económico y un enano político y que los dirigentes europeos han sido incapaces de desarrollar los mínimos canales de cooperación en materia de política exterior y de seguridad y defensa establecidos en el Tratado de Maastricht, hace siete años.

Es cierto que ya entonces las diferencias entre los países miembros fueron tan grandes que el artículo B del Tratado de la Unión quedó redactado en términos algo ridículos: "La Unión tendrá los siguientes objetivos: ( ... ) afirmar la identidad en el ámbito internacional, en particular mediante la realización de una política exterior y de seguridad común que incluya, en el futuro, la definición de una política de defensa común que podría conducir, en su momento, a una defensa común" (sic).

Siete años después sigue estando claro que la UE es un enano político. Pero quizás, en el caso de Oriente Próximo, no haga falta poner en marcha, "en el futuro", algo que pueda, "en su momento", darle algo más de estatura. Parodiando la famosa frase de un asesor de Clinton, "se trata de economía, estúpida". Se supone que la Unión Europea puso en marcha con la Conferencia Euromediterránea de Barcelona, en 1995, un ambicioso plan de inversiones y acuerdos comerciales con los países de esa zona. Hoy en día, la UE es, sin duda, su primer socio comercial. ¿Hay alguna razón por la que la Unión no pueda hacer valer este hecho, puramente económico?.

Por ejemplo, este periódico publicó ayer un informe reservado de los embajadores de los Quince, según el cual el Gobierno de Netanhayu está usando una terrible e ilegítima estrategia para asfixiar a los palestinos de Jerusalén. Existen otros informes comunitarios que demuestran que Tel Aviv está obstaculizando todos los esfuerzos europeos para conseguir mejorar la condición económica en Cisjordania y Gaza, hasta el extremo de que el acuerdo de asociación entre la UE y la Autoridad Palestina es una verdadera desgracia. La Unión ha invertido en los últimos cuatro años más de 2.000 millones de dólares en esos territorios sin conseguir su despegue económico, y no sólo porque las autoridades palestinas sean inútiles, sino porque Israel les tiene acogotados.

El propio presidente de la Comisión, Jacques Santer, ha sugerido que los europeos deberían hacer más para defender sus inversiones en la zona. Algo así como recordar a la estúpida Unión que se trata de economía. Sobre todo, porque la UE es también el primer socio comercial del propio Israel, con el que mantiene importantes acuerdos aduaneros. Los últimos informes de la Comisión indican que el 51% de las exportaciones israelíes no van a Estados Unidos, sino a los países de la UE, mientras que compra casi lo mismo en los Quince que en EE UU.

Quizás sea el momento de aplicar criterios estrictamente económicos y pensar si merece la pena que Israel -que considera a Europa como un buen socio comercial y uninexistente socio político- siga perteneciendo al foro euromediterráneo y siga disfrutando de acuerdos aduaneros mientras que obliga a los Quince a tirar su dinero en Gaza y Cisjordania.

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