Julbe firma su venganza

Hace 20 días hubo la final de la Copa del Rey. 20 días después, llegaron la venganza y la humillación. El Pamesa Valencia exhibió su imagen más desdichada para recibir una vejación espectacular. El Festina Joventut sació su sed de venganza y aplacó el estado de ansiedad originado tras la derrota copera. Julbe se relamió de gusto. En silencio, aunque no por ello con menor intensidad.Está claro que en los enfrentamientos que valencianos y verdinegros han mantenido esta temporada no ha existido término medio. El estrépito ha matizado todas las citas. Bien por las amplias diferencias, bien por las monumentales sorpresas. Pero el caso más extremo y radical se produjo ayer en Valencia, aunque no porque la apuesta por una victoria del Joventut resultara una imprudencia, sino simplemente porque el abismo que separó a unos y otros era inimaginable minutos antes del partido. Pero este Pamesa que tanto elogio ha merecido se hizo acreedor ayer al más cruel de los castigos. Se encaminó hacia el infierno desde el principio, y casi sin resistencia.

Los pretextos para la ilusión resultaron evanescentes. El Pamesa Valencia sólo salió de su particular laberinto con acciones aisladas, producidas durante el primer tiempo. Sólo Albert y Rodilla aparecieron en el mapa con algunos detalles para la esperanza, pero tan escasos como inconsistentes. El resto, incluido el técnico Miki Vukovic, se sumergió en un irncomprensible estado de somnolencia. El Pamesa Valencia ofreció un amplio catálogo de despropósitos ante un pabellón sin huecos. El conjunto de Vukovic volvió a defraudar cuando las expectativas se habían disparado.

El Joventut acabó ensañándose. El grupo de Julbe jugó a placer. Con viento de cola. En especial, Turner y Beard. Ambos ahondaron en la herida y se convirtieron en protagonistas estelares del es perpento. La conmoción de los valencianos no fue ignorada por el Joventut. Era el momento y el lugar para saldar una deuda pendiente.