La alternancia
Estuvieron a punto de acabar con el Estado para gobernar un poco porque los contribuyentes se empeñaban en votar al PSOE una y otra vez, de forma compulsiva, sin tener en cuenta el disgusto del PP. Qué necios. Si la gente se hubiera comportado con sensatez frente a las urnas, no habría sido necesario llegar a estos extremos: la culpa es de los ciudadanos por ignorar que la derecha tiene el hábito de garantizar el orden constitucional y la alternancia sin contemplaciones. Ahí tienen los casos de Argentina y Chile, tan apreciados por nuestros cardenales y fungairiños. Menos mal que Aznar ganó in articulo mortis. Si no, los muertos habríamos sido nosotros, como es costumbre. Ahora hay que dejarles que se recuperen de los nervios para que no hagan locuras.Sospechábamos que las cosas son como son, pero agradecemos que nos lo digan sin rodeos: los gobiernos vienen de las urnas como los niños de París. Además, esta vez han tenido el buen gusto de desestabilizar sin acudir a Tejero, lo que constituye una conquista cultural sin precedentes. Es cierto que casi al mismo tiempo nos enterábamos de que muchos de los implicados en el 23-F ocupan puestos de responsabilidad cerca de La Moncloa, pero también por eso debemos felicitarnos, pues de este modo están entretenidos, hacen trienios y no se dedican a cargarse el Estado para vengarse del sufragio universal. Lo único que hay que procurar es que este sufragio se incline a su favor de manera periódica.
Demos, pues, gracias a Dios o al Abc. No quiere uno ni pensar lo que habría sucedido, con toda esa panda dispuesta a subir el listón desestabilizador para salvarnos, de haber ganado las elecciones democráticamente el PSOE. Son los problemas de depender de gente educada, de caballeros, como se llaman entre sí. No hay más que oírlos.
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