CARO AMOR
Las necesidades afectivas no tienen límites. Para atraparlas, un logroñés no reparó en rellenar una ficha con los datos personales, pagar una cuota de inscripción (50.000 pesetas) y una fianza (10.000), seguir pagando por anotar el nombre de una mujer interesada (30.000 pesetas), por los viajes necesarios para conocerse (60.000) y, cómo no, por el vestuario de la pretendida (80.000). O al menos eso pensó Alejandro A. L. cuando entró en contacto con una agencia matrimonial a nombre de Isabel P. M.. Al final, el gozo en un pozo, el pretendiente en ningún momento vio a su Julieta y ni, por supuesto, el dinero invertido en la empresa. Los dos se enfrentaron ayer en los tribunales en un juicio por estafa. En juego, dos años de cárcel y una indemnización de 230.000 pesetas.-
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