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Un dragón con cicatrices

La clase media de Hong Kong ve derrumbarse sus sueños

KongTras la caída bursátil del pasado 23 de octubre, que marcó la entrada de Hong Kong en las turbulencias financieras asiáticas, han bastado unas pocas semanas para que la crisis adquiera un rostro humano desconocido en este santuario del capitalismo. Un golpe importante fue la liquidación del banco de inversión Peregrine, que nació hace menos de 10 años en un territorio en plena expansión: de las 700 personas contratadas en el territorio, más de 300 han sido despedidas mientras que el resto ha sido mantenido temporalmente con la esperanza de que aparezca algún salvador providencial.

Numerosos intermediarios de Bolsa, profesión reina en Hong Kong, como Schroders, SocGen-Crosby, siguieron el ejemplo de WI Carr, filial de Crédit-Agricole Indosuez, con recortes más o menos severos de sus plantillas y de los salarios de aquellos que continúan, para adaptarse a unos mercados financieros que han encogido como piel de zapa.

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Asfixiados por hipotecas

A continuación, a Cathay Pacific, no hace mucho la compañía aérea más rentable del ramo, le tocó el turno de anunciar la eliminación de 760 puestos de trabajo, 460 de ellos en Hong Kong, de los 15.000 que tiene contratados en el mundo. En noviembre, la quiebra de la cadena japonesa de grandes almacenes Yaohan dejó en la calle a más de 2.800 trabajadores. Pero en este, comienzo de 1998, no pasa un día sin que una empresa con una situación consolidada sea objeto de rumores de suspensión de pagos o de quiebra: hace poco, el promotor Sino-Land 3, la cadena de distribución de artículos de lujo Joyce Boutique veían cómo sus acciones en Bolsa. caían un 50%. El 20 de enero, el intermediario CA Pacific Securities, asfixiado por la falta de ganancias, se declaró a su vez en quiebra.

Aunque con menor presencia en los medios de comunicación, los daños son mucho más severos en las pequeñas empresas: sociedades de operaciones de compraventa, subcontratistas del sector textil o de la industria plástica que se enfrentan a una caída continuada de su cartera de pedidos (descenso de entre el 10% y el 15% en 1997) y que hoy están asfixiados al tener que pagar sus deudas, que se han vuelto más gravosas con el alza de los tipos de interés. Pero también afecta a los comerciantes, a los hosteleros, a los dueños de restaurantes, a los transportistas, etcétera. "Entre el doble y el triple de personas que de costumbre vienen a pedirnos consejo e informarse de sus derechos frente a un despido", reconoce Elisabeth Tsang, presidente de la Confederation of Trade Unions. (CTU), la central sindical afín al Partido Demócrata.La crisis financiera se ha venido a sumar al hundimiento del turismo, que deja importantes cicatrices en un tejido social compuesto ante todo por pequeños comerciantes y hosteleros que deben hacer frente a los alquileres más caros del mundo. Siguiendo el ejemplo de otros, un centenar de pequeños comerciantes de Causeway Bay, uno de los. barrios con mayor actividad de la isla, se unieron para reclamar a sus propietarios una revisión radical de los alquileres, tras una caída de sus ventas de un 80%.

"Es mi peor ejercicio desde hace 18 años", confiesa Eugénie Chow, que ya ha cerrado dos tiendas de prêt-à-porter de las tres que tenía en funcionamiento y ha reducido el número de vendedoras de cinco a dos en su última tienda, enterrada bajo los artículos no vendidos a los que teme no poder encontrar salida. Hoy, las rebajas en Hong Kong van del 50 al 80%. A pesar de ello, los comercios permanecen desesperadamente vacíos.

Desde luego, Hong Kong no es Yakarta o Bangkok. La tasa de paro, aunque en fuerte aumento, sigue siendo muy baja (2,5%), y no se ven ni tumultos en los supermercados ni quiebras espectaculares de alguno de los grandes promotores del territorio que, escarmentados por el recuerdo de la crisis inmobiliaria de 1983, han mantenido sus deudas en unos niveles muy bajos. Pero toda la clase media, cuyo ascenso social se apoyaba en estos pequeños comercios o restaurantes, está perdiendo en unas semanas un capital construido con años de esfuerzo, de ahorros familiares y, en el peor de los casos, de deudas contraídas recientemente.

Llegados en su mayor parte de China para hacer dinero y tras haber vivido la euforia de 1995 y 1996 sin ser conscientes de su carácter excepcional, muchos de estos emigrantes ven hoy que su sueño se derrumba.

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