"La mitad de los jóvenes parados no cambia de ciudad por un trabajo"
Una parte importante de los jóvenes españoles no está dispuesta a cambiar su lugar de residencia por un trabajo. Serían capaces de trabajar en un oficio diferente al suyo; incluso a percibir menos salario. Todo, antes que moverse de casa, según un moderno estudio de población, Dinámica de la población en España (Editorial Síntesis). Es un recorrido, de varios autores, por los cambios demográficos producidos en los últimos 25 años en España. Editado por Rafael Puyol (Gijón,1945), rector de de la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de Geografía Humana, opina que las movilizaciones francesas de parados podrían importarse a España en pocos años.
Pregunta. ¿A qué se debe esa falta de movilidad? ¿Han perdido los españoles la vocación de emigrar?
Respuesta. España ha dejado de ser emigrante. Es una constante desde hace años que los españoles sólo se muevan por razones de ocio y a distancias cortas. Quizás el Estado de las autonomías favorezca esa falta de movilidad laboral. Por ejemplo, Cataluña y el País Vasco que eran antes focos de inmigración, hoy pierden población. Puede que hayan dejado de ser atractivas para el resto al favorecer con criterios lingüísticos a que sus habitantes se queden.
P. Ese inmovilismo de los jóvenes parados ¿no va contra el futuro y el sentido común?
R. Los jóvenes quieren que el trabajo vaya a ellos y no al revés. Esto podría repercutir en un desequilibrio entre la oferta y la demanda. La amplia cobertura social podría estar en la base de esta actitud. Pero los movimientos de parados que ocurren en Francia se tendrán que producir porque nuestras tasa de desempleo es mucho peor: uno de cadados jóvenes no tiene trabajo. Esto determina que los jóvenes no quieran dejar su casa, donde tienen la vida resuelta.
P. ¿Las familias españolas se comportan como un antídoto contra el paro?
R. Son como un seguro de desempleo y esto trae consigo un importante retraso en España en los cambios sociales. Pero España recupera pronto el tiempo perdido y cuando' llegan estos cambios lo hacen con mucha más fuerza. Lo demostró el descenso de la natalidad. Ahora tenemos la tasa más baja: 1,2 hijos por mujer.
P. ¿A qué se debe este retraso en los cambios demográficos?
R. Entre otros, al factor religioso. El catolicismo ha dificultado muchos de estos procesos; en los divorcios y en el aborto.
P. Uno de los cambios que se indican en el libro es que ahora se hereda 20 años más tarde que antes ¿Cuáles son sus efectos?
R. Que las personas se tengan que buscar la vida por otros medios y con más intensidad, mientras que antes al recibir una herencia a los 30 años suponía crear un negocio.
P. ¿Por qué los españoles son reacios a cambiar el modelo de convivencia matrimonial?
R. Porque en España la familia juega un papel de refugio. Quizás también cierto conservadurismo le lleve a incorporarse más tarde a otros modelos de convivencia.
P. ¿Cómo actúan las inmigraciones en la sociología española?
R. Su repercusión es mínima porque no llegan a representar el 2% en el conjunto de la población. Tendremos que crear mecanismos de convivencia futura porque, entre otros cambios, generarán modelos de convivencia multiétnicos. No es verdad que quiten puestos de trabajo. La gente cree que la seguridad social asegura su pensión y no es así. Yo pago la pensión de los que me han precedido y a mí me la pagarán los que me sucedan y si esto no es factible, por la escasez de población activa en el futuro, será grave. Los inmigrantes y la mujer son una reserva para nutrir el futuro mercado laboral. Pero también la demografía desmiente la reivindicación sindical de reducir la jornada laboral y anticipar la jubilación. La demografía aconseja todo lo contrario porque la población dependiente va a crecer y la activa, en cambio, a decrecer.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.