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Tribuna:LA CRISIS DE LA TERCERA FUERZA POLÍTICA
Tribuna
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Izquierda Unida y el 'síndrome Titanic'

El autor expone las razones que, en su criterio, han llevado a Izquierda Unida a la crisis y, por tanto, a un previsible descenso electoral.

Tras la V Asamblea de Izquierda Unida (IU), la reunión de su Consejo Federal ha confirmado los malos augurios: la tercera fuerza política de España camina hacia el descenso electoral y el decaimiento orgánico.Podrían argumentarse muchas razones para sustentar una afirmación tan rotunda, pero bastaría con retener lo que dicen las encuestas para avalarla: IU obtendría hoy, en unos comicios generales, varios puntos y cientos de miles de votos menos que el 3 de marzo de 1996. Seguro que alguien responde que los sondeos fallan. El problema es que, para IU, siempre han sido erróneos porque la han situado por encima de lo obtenido en la noche electoral correspondiente. La conclusión matemática es obvia.

La dirección de IU debería ser capaz de responder a esta gravísima situación de manera coherente y asumiendo sus obligaciones, sin responsabilizar a terceros.

He formado parte durante seis años de la Comisión Ejecutiva de IU y, a pesar de las crisis vividas con anterioridad, no había contemplado nunca una perspectiva tan cierta de retroceso en las urnas. Y, con la libertad que da encontrarse fuera en este momento de ese núcleo dirigente, me permito aventurar algunas posibles razones del galopante deterioro de lo que ha representado para muchos hombres y mujeres de este país un ilusionante instrumento de cambio y transformación:

1. El alejamiento de su proyecto político original, basado en la renovación ideológica y el laicismo programático como mejores vías para captar el apoyo de las más amplias capas sociales de la izquierda sociológica.

2. La incapacidad para resituar el mensaje a corto y medio plazo tras la victoria del PP y la formación del Gobierno de Aznar.

3. El distanciamiento y la falta de diálogo y colaboración con todo lo situado a la izquierda del espectro político y social, incluyendo partidos y centrales sindicales -particularmente, Comisiones Obreras.

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4. La transmisión cotidiana de mensajes fuera de la realidad e impregnados de un inútil radicalismo verbal, incapaces de ser asumidos más que por reducidísimos círculos de la opinión pública y refractados por considerables estratos de la base electoral de IU.

5. La reducción de la pluralidad interna, imprescindible para aglutinar a grandes mayorías en tomo a ideas y propuestas globales, lo que ha llevado consigo la confusión del conjunto representado por IU con la hegemonía mal entendida y peor ejercida por una de sus partes, gobernada a su vez por uno de sus sectores.

6. La jibarización de la democracia interna, no tanto por la puesta en práctica de un excesivo papel de liderazgo como por la introducción de la opacidad en los procesos de toma de decisiones y el ninguneo de los órganos de dirección.

La suma de todos esos factores ha dado como resultado el que IU sea percibida como una fuerza no creíble por la mayoría de los ciudadanos susceptibles de acercarse al proyecto original y, lo que es más grave, por muchos de sus electores.

Una IU no creíble en varios sentidos y para diversos fines: ¿cómo creer en una IU útil para enfrentarse a la derecha con actitudes tan desenfocadas como la referida al debate sobre la legislación de la televisión digital o capaz de organizar una alternativa de progreso desde el autismo respecto al resto de la izquierda política, sindical y social o caracterizada por la renovación si son las crisis su situación permanente y una suerte de "pensamiento único" incuestionable su discurso oficial?

En ese marco, viene muy a cuento subrayar que, a estas alturas del proceso de mundialización, no hay fuerza política creíble que no presente ideas claras en el ámbito internacional, y particularmente en el tema europeo.

Si ése es un campo en el que algunos hemos tratado día a día de convertir a IU en una fuerza política con alternativas serias y socios influyentes fuera de nuestras fronteras para aplicarlas, no es menos cierto que después de la V Asamblea puede consolidarse un giro de 180 grados a su política exterior.

Probablemente, IU dejará de contar con un discurso europeísta, crítico pero comprometido con la construcción europea, para pasar a tener un mensaje alejado de la apuesta por el reforzamiento de la UE a través de una unión política de perspectiva federal; tampoco me extrañaría que la actual opción favorable de la ampliación de la Unión al Este, conservando las políticas de solidaridad interna, fuera transmutándose en una oposición más o menos nítida; y no me sorprendería que el rechazo estático y sin altemativa al euro se llevara más allá de su entrada en vigor, en aras del testimonialismo.

Algunas de esa probabilidades son ya realidad: el que suscribe se opuso en la V Asamblea a una moción que ha dejado a IU sin alternativa razonada a la OTAN en el ámbito de la seguridad europea al suprimir la propuesta de que la UE contara con una política de defensa con la que prevenir y gestionar futuras crisis en el continente sin depender para ello de la Alianza o de Washington. Sin olvidar que, en aquella cita, otra enmienda colocó a IU en contra de cualquier intervención internacional, aunque fuera decidida por la ONU y con fines humanitarios (¿cómo afrontar nuevas Bosnias, Ruandas o Albanias?).

Sin otras explicaciones, algunos salimos de la dirección de IU (independientemente de la lealtad al proyecto o del trabajo que realizamos) por tener opiniones y expresarlas y practicar políticas creíbles para los ciudadanos, empezando por nuestros votantes. Otros, que permanecen, parecen más preocupados por que no desafinen los violines de los sectores "duros" cuando el barco hace agua: es el síndrome Titanic.

Pero, creyendo que el naufragio es todavía evitable, bastantes, dentro o fuera del grupo dirigente, en beneficio de las ideas y la cooperación de la izquierda en España frente al poder conservador, no cejaremos en alentar soluciones para que el proyecto original de IU salga a flote y recobre la velocidad de crucero.

Carlos Carnero González, eurodiputado, ha sido secretario de política exterior de IU.

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