Una británica prueba su inocencia tras pasar cuatro años en la cárcel

La vida de Sheila Bowler, una profesora británica de piano de 68 años, viuda y con tres hijos, serviría como argumento para una novela de su compatriota, la escritora Agatha Christie. Condenada a cadena perpetua por la muerte de su anciana tía Florence, crimen que no cometió, ha pasado cuatro años entre rejas antes de poder demostrar su inocencia. Una vez libre, ha visto cómo sus parientes se habían apoderado de los cuatro millones de pesetas obtenidos con la venta de la casa de la fallecida. Precisamente la herencia por la que ella supuestamente había sido capaz de arrojarla al río en Sussex, al sur de Inglaterra.

Florence Jackson tenía 89 años en 1992 cuando murió ahogada. Era tía del marido de Sheila y vivía en un asilo. El coche en que ambas viajaban pinchó una rueda y la profesora de piano salió a cambiarla. Al regresar, la anciana había desaparecido. Al día siguiente su cadáver fue hallado flotando en el agua.

En 1993 un jurado decidió que la acusada la había empujado para heredar el inmueble, luego vendido. En 1995 perdió la primera apelación pero ahora acaba de ganar la segunda. Un nuevo juicio ha demostrado que la tía, a pesar de sus dificultades motrices, pudo haber salido sola del automóvil. Una vez en el bosque, desorientada, acabó tropezando y cayéndose al río.

"Me enfurece pensar que he pasado cuatro años en la cárcel siendo inocente. Incluso ahora sigo sin tener demasiada fe en la justicia", ha declarado Sheila Bowler al abandonar el Tribunal Supremo. Su hija Jane, violonchelista, estuvo con ella durante la vista. En 1992 ni siquiera la dejaron despedirse de su hijo Simon y su hijastra Elizabeth. De nuevo en casa, reconoce que su fortaleza de ánimo pudo granjearle las antipatías del jurado. Nunca lloró ni perdió la compostura. "Pero es que me educaron así", ha reconocido.