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El testamento de Sampedro atiza la polémica

Las más dispares personalidades muestran sus certezas o su perplejidad tras leer el "estremecedor" documento

El testamento autógrafo del tetrapléjico Ramón Sampedro, publicado ayer por EL PAÍS, ha abierto una apasionada polémica en la sociedad española. Su muerte, el pasado 12 de enero, supuso ya una llamada de atención ante el problema de la eutanasia, que él reclamó insistentemente para acabar con la situación que le mantuvo durante 29 años postrado en una cama sin posibilidad de mover los brazos ni las piernas. Finalmente, 11 amigos colaboraron para que dejara de vivir, cada uno en distinto grado y formando una cadena en la que ninguno de ellos tuvo una participación determinante en sí misma (véase EL PAÍS del domingo pasado). Sampedro murió a los 55 años, en Boiro (A Coruña), tras haber ingerido voluntariamente una solución de cianuro.

Su testamento autógrafo -escrito con la boca- acusa a los "señores jueces, autoridades políticas y religiosas". Ayer, la asociación Derecho a Morir Dignamente añadió a los médicos, por su "despotismo", su "actitud paternalista" y su prerrogativa "para decidir sobre el cuerpo" de los demás. Esas palabras utilizaron sus representantes durante la presentación de los actos que hoy se desarrollarán en la Universidad de Santiago de Compostela como homenaje a Sampedro, informa Xosé Hermida. Diferentes personalidades españolas se han expresado, a preguntas de EL PAÍS, sobre el testamento publicado ayer. Otros muchos declinaron pronunciarse, entre ellos los representantes del PSOE. Este partido, no obstante, ha propuesto en el Senado una Comisión Especial de Estudio sobre la eutanasia. También resultaron infructuosos los intentos de conversar con diversos obispos. He aquí una síntesis de las opiniones obtenidas.Gonzalo Herranz, director del departamento de Bioética de la Universidad de Navarra. "Estamos ante un documento que hace pensar mucho. La situación de agotamiento emocional del señor Sampedro la comprendo aunque no comparto ni admiro su decisión. Pero por otro lado siento que estamos no sólo ante un drama humano, sino ante un documento de una dramatización proselitista de la idea libertaria del ser humano como dueño de su vida. Aquí se presenta la muerte con dignidad como una ideología sectaria, y esto podría tener un daño grave en el tejido social, porque los suicidios ejercen sobre la gente un efecto infeccioso, pueden desencadenar una epidemia. El documento de Sampedro me parece de un enorme valor humano pero no puedo ocultar la sospecha, aunque no quiero juzgar a nadie, de que detrás del tono propagandista está la figura de Sampedro como un intermediario y eso no me gusta nada. Me queda la duda de que no haya habido una influencia psicológica. Y la eutanasia, aunque no lo quieran comprender, es la muerte de la medicina".

José Manuel Caballero (Juventudes Socialistas). "Su muerte debe abrir el debate sobre la eutanasia. Cuando se discutió el Código Penal los partidos progresistas no estuvieron a la altura de la demanda social que había. Para nosotros es una cuestión de libertad".

Juan Marsé, escritor. "Creo que Ramón Sampedro nos dice que esta sociedad debería replantearse en qué consiste la dignidad del ser humano. Es un texto emocionante de una persona que escoge el derecho a la muerte mediante la razón. Yo estoy a favor de la eutanasia, siempre que haya un seguimiento médico".

Manuel Sureda (Médicos Cristianos). "Sampedro estuvo bastante manipulado por la asociación Derecho a Morir Dignamente. Se convirtió en el estandarte de esta asociación y en ningún momento consta que se le ofreciera una alternativa. Por ejemplo, una silla de ruedas apropiada o un ordenador que le permitiera realizar alguna actividad por sí mismo".

Pablo Sastre, de la Asociación Española contra el Cáncer: "Ramón Sampedro habla de los 29 años que vivió en ese estado, y ante eso debo decir: esos 29 años sí han servido para algo: para crear un criterio, para hacemos reflexionar sobre este tema. Ahora bien, él habla de una humillante esclavitud, pero otros enfermos con el mismo problema siguen queriendo y amando su vida. Pero antes de hablar de matar podríamos hablar de dejar morir. Y lo que se ha hecho con Ramón Sampedro ha sido matarlo. Etimológicamente, eutanasia significa buena muerte, y eso no significa acabar con la vida del enfermo. Si se legalizara el acto de acabar con la vida de alguien para ayudarlo, tal vez se haga daño a gente inocente como abuelos demenciados, y el Estado debe proteger a esa gente".

Antonio Piga, presidente de la Comisión de Deontología del Colegio de Médicos de Madrid: "Cuando Ramón Sampedro se pregunta qué significa para la sociedad la dignidad yo creo, con todo el respeto, que él confunde indignidad con sufrimiento y pérdida de esperanza. Él acusa de algún modo a la sociedad, pero se contradice al final: considera que es indigno tener un cuerpo atrofiado, pero reconoce que su conciencia es clara y digna. Es contrario a la deontología médica facilitar la muerte, y me pregunto si en este caso no se trata más bien de un fracaso de la sociedad el no ayudarlo a desear seguir viviendo. En general soy contrario a la eutanasia; pero en un caso concreto como éste estaría de acuerdo en que el juzgado dictamine la no culpabilidad de quienes lo ayudaron a morir".

Paula Izquierdo, escritora. "Una de las cosas fundamentales que diferencia el caso de Sampedro del suicidio es que por su invalidez tuvo que depender de otros para morir. La ciencia puede eliminar el dolor físico, pero no consigue o no ha coseguido todavía eliminar el dolor moral. Entonces, ¿hasta cuándo o hasta dónde debe sufrir moralmente una persona para merecer morir?".

Pedro Tarquis, médico y portavoz de la Federación de Entidades Religiosas y Evangélicas de España. "Al leer el testamento de Sampedro he pensado que en lo legal se podría aplicar al autor o autores de su muerte el principio de Fuenteovejuna. No se debería perseguir al autor. Me causa un profundo respeto y un eco incontestable su dolor, pero desde el punto de vista institucional no estoy de acuerdo con la eutanasia activa, sí con la pasiva".

Lucía Etxebarría, ganadora del último premio Nadal: "No creo que a nadie deje de parecerle estremecedor este texto. Yo siempre estuve a favor de la eutanasia, hasta que tuve a un familiar cercano que se había quedado en coma y, cuando se le iban a quitar los tubos, se recuperó milagrosamente. Pero en un caso como éste, en que se trata de un paciente que lleva 29 años queriendo morir, creo que tenía todo el derecho a un suicidio asistido. La de Sampredro es una historia tristísima, pero entiendo el temor a crear jurisprudencia en una cosa tan peligrosa. Claro, es obvio que la sociedad, en este caso, ya ha absuelto a los que le a ayudaron a morir". Enrique Miret Magdalena, teólogo seglar: "En lo legal, se condena a quien ayude al suicidio, pero habría que demostrar quién fue y además pueden concurrir algunos eximentes. En lo religioso, la Iglesia lo condena, pero Pío XII permite en situaciones de dolor extremo el uso de analgésicos aunque aceleren la muerte. En lo moral, es imposible juzgar a quien como Sampedro tomó esa decisión. Y ni siquiera la ley humana penaliza al suicida, ni siquiera la moral católica, porque "de lo interno, ni la Iglesia juzga".

Ángeles Maestro (IU). "Es un documento estremecedor. Además creo que va más allá del debate de la eutanasia, ya que pone en evidencia el cinismo y la falta de respeto a los valores individuales. Este documento nos ha señalado que una sociedad democrática debe saber administrar individualmente su conciencia. Es hora de que la sociedad se atreva a dar ese paso de madurez democrática".

Ramón Sáez, magistrado y vocal del CGPJ. "En este fin de siglo nos movemos en la hipocresia. El Estado, por un lado, puede ejecutar a un criminal (caso Whitaker), mientras que no permite que una persona que decide morir dignamente lo haga. Sampedro pone el dedo en la llaga. Nos dice que esta vida no pertenece a Dios o al Estado, sino al ser humano, y que sólo merece ser vivida una vida digna. Es hora de que se despenalice la eutanasia activa".

Manuel Vázquez Montalban, escritor. "El documento de Ramón Sampedro puede tener como alegato una importancia en la historia de la reivindicación sobre la arbitrariedad del poder moral".

Diego López Garrido (Nueva Izquierda). "Suscribo todo lo que dice el documento de Sampedro y apoyo a las personas que hayan colaborado a lo que él quería hace tantos años".

Emilio Olabarria, vocal del CGPJ a propuesta del PNV: "El delincuente no es el señor Sampedro, sino quienes le ayudaron a morir. La vida humana es un bien que debe ser protegido frente a cualquier agresión, incluso la que podemos infligirnos nosotros mismos. Pueden concurrir circunstancias atenunantes, pero la despenalización absoluta de la eutanasia es absolutamente inaceptable ética y jurídicamente. Otra cosa es el debate sobre la pena a imponer, que puede reabrise con la muerte de Sampedro".

José Luis Sampedro, escritor. "La tragedia de Sampedro es una crueldad inadmisible y los responsables directos son los que le han obligado a vivir así. Soy partidario de la eutanasia.

Andrés Ollero, portavoz del PP en la Comisión de Justicia: "Experimento un gran respeto hacia la postura moral de Sampedro. Pero el problema no es tanto moral como jurídico. Me ha impresionado el documento, como me pueden impresionar las cartas de otras personas que sufren la misma situación de sufrimiento y, aún así, deciden seguir adelante con su vida. Lo que debemos preguntarnos es qué consecuencias prácticas tendría modificar la ley".

Carlos Castilla del Pino, psiquiatra: "El testamento nos ofrece un modelo de racionalidad en contraposición con una postura irracional e intolerante de una judicatura. Creo en el derecho a elegir la muerte, por eso exijo el derecho a elegir mi forma de morir. Yo, como médico que soy, no tendría inconveniente en ayudar a una persona que conscientemente haya decidido morir".

Luis Landero, escritor. "El texto es de las cosas más limpias y verdaderas que uno pueda leer. Es estremecedor. La carta es clara y sencilla, que desarma a cualquier reflexión posterior. El primer impacto es como cuando uno lee un buen poema. La sensación es impresionante".

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