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Los achaques del oso ruso

El crecimiento, el pago de atrasos y la recaudación de impuestos, objetivos de 1998

Un tren especial cargado hasta los topes de sacas repletas de dinero parte de Moscú por la ruta del Transiberiano. A bordo viajan los dos vicejefes de Gobierno, Anatoli Chubáis y Borís Nemtsov, el ex ministro de Finanzas y vicejefe de la Administración presidencial Alexandr Livshits, y el ministrodel Interior, Anatoli Kulikov. Cumplen órdenes de Borís Yeltsin: pagar los salarios atrasados amiles de empleados públicos antesde que termine el año. En cada estación, se lanzan al andén variossacas para que militares, médicosy maestros puedan cobrar susatrasos y pagar las deudas.Livshits lleva un sobre que le dio Yeltsin antes de partir, que debe abrirse al final del viaje. Kulikov cree que contiene las medallas para premiar sus esfuerzos, pero es demasiado pequeño para eso. Al llegar el 13 de enero a Vladivostok, en el Extremo Oriente, Livshits lo abre. Contiene tan sólo una nota firmada por Yeltsin. "Os felicito por tan magnífico trabajo. Misión cumplida", les dice. "Y ahora, en el camino de vuelta, tenéis que recaudar los impuestos".

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Es sólo una historieta del equivalente ruso a Las Noticias del Guiñol, pero refleja a la perfección la realidad de Rusia. Yeltsin convirtió el pago de los salarios atrasados en su gran prioridad para 1997 y vio como el año se le agotaba y se entraba en 1998 sin que su promesa estuviera totalmente cumplida. Aún quedan algunas regiones en las que no se, han distribuido por completo los fondos de Moscú y hay militares que no han recibido aún los complementos. Nemtsov, que acusó a las regiones de no hacer llegar a los trabajadores el dinero, se veía obligado a reconocer que el pago de los atrasos seguirá siendo uno de los grandes retos de este año.

El vicejefe del Gobierno presentó, junto a Livshits, un plan de 12 puntos acordado poco antes en una reunión celebrada entre Yeltsin y el primer ministro, Víktor Chernomirdin. Se trata de un ambicioso catálogo de objetivos, que difícilmente sobrevivirá la prueba de la dura realidad, y que incluye desde la aprobación de un nuevo código fiscal que permita bajar los impuestos y aumente la eficacia recaudatoria al apoyo a las inversiones y la reestructuración de la economía, el aumento de eficacia de la Administración, la creación de un mercado de tierras e inmuebles, un sistema hipotecario, el refuerzo de la protección legal en la esfera de la actividad económica, la protección social dirigida y el ajuste de la legislación laboral.

Nemtsov prometió que este año se pagarían las pensiones con puntualidad y que, desde febrero, el 40% de ellas (15 millones), las más bajas, se incrementarán entre 30 y 35 rublos (de 750 a 875 pesetas). No obstante, el viceprimerministro Oleg Sisuev dijo ayer que el Gobierno no está en condiciones de cumplir su promesa general de subir las pensiones, por lo que pidió públicamente perdón a los afectados. También aseguró Nemtsov que se promulgará un programa de construcción de viviendas para 60.000 oficiales y que el dinero se enviará directamente a sus cuentas.

Entre tanto, terminado enero todavía no existe la seguridad de que el Estado pueda pagar la nómina, aparte de que hay también millones de trabajadores del sector privado que siguen sin cobrar sus atrasos. La recaudación de impuestos no parece haber ido especialmente bien en enero. El año pasado apenas superó el 50% de lo presupuestado. El nuevo código fiscal, cuyo primer proyecto se encontró con 5.000 enmiendas, está aún muy lejos de poder ser aprobado por un Parlamento dominado por la oposición comunista y nacionalista.

Ésta es la otra cara del optimismo que muestran Yeltsin, Chernomirdin y el equipo reformista radical que encabezan Nemtsov y Chubáis. Según ellos, por ejemplo, Rusia ha controlado ya la inflación, que esperan reducir este año hasta el 5%-7% (11% en 1997), aunque se calcula que ya este mes subirá en tomo al 1,6%. En 1997 se registró ya un ligero aumento del PIB, en torno al 0,4% (la producción industrial creció un 1,9%) y la previsión más extendida es que en 1998 será del 2%.

Rusia no es una apuesta muy sólida para una inversión extranjera cada vez más cautelosa y que en los últimos meses está retirando masivamente sus haberes en bonos de Tesoro y en Bolsa, que desde comienzos de año ha descendido más del 30%.

A pesar de que el gobernador del Banco Central, Serguéi Dubinin, está convencido de que la moneda nacional se mantendrá estable con el dólar, con un cambio medio de 6,1 rublos (6, actualmente), cada vez son más intensos los rumores de una devaluación.

Otro reflejo del miedo que sacudió entonces a los mercados es que los tipos de interés se mantienen aún muy altos y ayer se anunció que el 2 de febrero aumentará la tasa de refinanciación (precio del dinero) del 28% al 42%. Rusia es un mercado con enormes posibilidades, pero con demasiados riesgos.

Si el país quiere salir adelante, necesitará mucho más que los préstamos del Banco Mundial y el FMI y el dinero fresco de privatizaciones. Ante todo, precisa de una recuperación del tejido productivo, disciplina presupuestaria, leyes fiscales eficaces y una lucha a muerte contra la corrupción y el crimen organizado, convertidos en agentes económicos de primer orden.

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