_
_
_
_

Un cliente enfadado, autor de un bombazo contra un taller que fue atribuido a ETA

No era de ETA, sólo tenía malas pulgas. Que algo le disgustaba, cogía pólvora, un puñado de perdigones y algo de aluminio y pegaba un bombazo. Da igual que el sofoco le viniera por una disputa familiar o por un calentón de la junta de culatas. La policía ha identificado a Juan Pacheco Delgado, de 65 años y residente en Tarascon, al sureste de Francia, como el presunto autor de dos atentados cometidos en Calatayud (Zaragoza) y Madrid.

El primer atentado se produjo el 31 de julio de 1996. Alas nueve de la mañana de aquel día, Herminio Ibáñez Herrero, propietario del concesionario de Citroén de Calatayud, encontró un paquete postal en la puerta de su negocio. Al abrirlo, una explosión lo alcanzó de lleno. Herminio sufrió graves quemaduras en el abdomen y perdió una mano. Su hijo Sergio también resultó herido de carácter leve. La policía pensó que detrás de aquella fechoría estaba ETA. El secretario de Estado para la Seguridad, Ricardo Martí Fluxá, se trasladó inmediatamente al lugar de los hechos; la brigada de Información de la Policía -experta en la lucha antiterrorista- emprendió las primeras investigaciones.

Pero allí había gato encerrado: el artefacto no se parecía a los que ETA suele colocar, aunque tampoco era obra de un chapucero. Pasó el tiempo y la banda terrorista nunca reconoció aquel atentado. Ahora se sabe por qué Juan Pacheco volvió a actuar un año más tarde, por otros motivos. y en una ciudad distinta. Pero algo lo delató.

Discusión familiar

Si en el verano de 1996 Juan Pacheco se enfadó por una mala reparación de su Renault Nevada -la junta de culatas se seguía calentando demasiado-, el segundo atentado llegó por un disgusto distinto. Fue el 29 de octubre de 1997 en Madrid. Pacheco, harto de pleitear con unos familiares por la propiedad de un piso, decidió cortar por lo sano. Colocó un artefacto explosivo en la puerta del domicilio de sus parientes, en el número 67 de la calle de Florencio García, en el barrio de Ciudad Lineal. La explosión se produjo cuando Manuel Esteban Calvo, conductor de una empresa farmacéutica, de 48 años, fue a abrir la puerta. Sufrió graves quemaduras en todo el cuerpo y la fractura del fémur. Sus hijos Juan Manuel y Alberto también resultaron heridos.La policía, después de atar muchos cabos, llegó a la conclusión de que la bomba de Calatayud y la de Madrid tienen la misma firma. Una y otra fueron confeccionadas por una aleación de aluminio poco frecuente en este tipo de artefactos.

La policía, informa Concha Monserrat, tenía la esperanza de que Juan Pacheco -que sigue residiendo en La Provenza francesa- volviera a viajar a España y detenerlo aquí. Pero finalmente ha optado por cursar a Francia una comisión rogatoria para que un individuo con tan mal genio sea puesto a buen recaudo. Y si es posible, antes de que se vuelva a enfadar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_