El arzobispo de Madrid, entre los 221 nuevos cardenales nombrados ayer por el Papa

Tres días antes de partir para Cuba, el Papa nombró ayer a los nuevos cardenales del año 2000: un total de 22 purpurados -19 de ellos con menos de 80 años y, por lo tanto, con capacidad de participar en el cónclave que elegirá al sucesor de Juan Pablo II a los que se impondrá el birrete cardenalicio en una ceremoria solenme el próximo 21 de febrero. Entre los nuevos príncipes de la Iglesia figuran 11 europeos y un solo español, el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, uno de los nombres presentes en todas las quinielas citadas por los vaticanistas.

Antonio María Rouco forma parte, obviamente, del grupo de cardenales que participarán en el próximo cónclave, en el que figurarán 123 purpurados y no 120 como estaba hasta ahora establecido. El aumento del número de cardenales ha sido una de las particularidades del nombramiento anunciado ayer por el propio Pontífice. Pablo VI había fijado en la constitución apostólica Romano pontifici eligendo, un límite de 120 purpurados. El Papa subrayó este hecho en el breve discurso en el que manifestó su "alegría" por la elección de los nuevos cardenales del año 2000 cuyo origen internacional de muestra a juicio del Pontífice "la universalidad de Iglesia".Dos de los 22 elegidos lo han sido in péctore, ya que por motivos de seguridad sus nombres no se harán públicos. La Iglesia católica vive perseguida en países como China o Corea del Norte, que representan todavía una línea comunista dura, en el primero de los casos, al menos en el terreno religioso.

Los 'papables'

Lo que más sorprendió ayer fue el número de cardenales electos. Las vacantes -al superar los 80 años los cardenales pierden la facultad de intervenir en los cónclaves- en el colegio cardenalicio eran 16 y ése era el número de nuevos cardenales que se preveía serían nombrados por el Papa. No obstante el Pontífice eligió tres más, a los que hay que añadir tres purpurados elegidos pese a haber superado el límite de edad, una práctica habitual, ya que el birrete cardenalicio constituye también un reconocimiento de la Iglesia.Entre los elegidos figuran cuatro prelados latinoamericanos, dos de los cuales formaban parte de la Curia Romana, o que podría llamarse el gobierno vaticano. Se trata de Jorge Arturo Medina, arzobispo emérito de Valparaíso, pro-prefecto de la Congregación para el culto divino y Darío Castrillón Hoyos, nombrado pro-prefecto de la Congregación para el clero. Dentro de ese mismo capítulo figuran los italianos, Alberto Bovone, pro-prefecto de la Congregación de la causa de los Santos, Lorenzo Antonetti, pro-presidente de la Administración del patrimonio de la Santa Sede y James Francis Stafford, presidente del Consejo Pontificio para los laicos.

Al derogar el límite fijado por Pablo VI, Wojtyla ha elegido también cardenales a los italianos Giovanni Cheli, presidente del Consejo Pontificio Pastoral de los emigrantes, Francesco Colasuonno, nuncio apostólico en Italia, y Dino Monduzzi, prefecto de la Casa Pontificia, todos ellos dentro del gobierno vaticano. Como el propio Juan Pablo II ha explicado al mencionar la lista de los nuevos príncipes de la Iglesia, entre ellos "hay prelados que se han hecho merecedores [de la púrpura], tanto en el servicio a la Santa Sede como en el ministerio pastoral, poniendo generosamente su energía en diversos campos de actividad".

Entre los elegidos figura también el arzobispo de Génova, Dionigi Tettamanzi, considerado como uno de los "papables" más seguros, toda vez que la candidatura del progresista Carlo María Martini, arzobispo de Milán, pierde puntos.