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Entrevista:

"No puedo estar sin componer"

Maribel Marín Yarza

A Francisco Escudero (Zarautz, 1913), decano de la creación musical de Euskadi, le ha sorprendido el reconocimiento nacional a su carrera musical a los 85 años, con la concesión de la medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes. El creador de Illeta, un hombre que impresiona por su lucidez mental y la originalidad de su obra, se resiste a abandonar su carrera musical. El maestro Escudero jamás ha buscado el abrigo en modas pasajeras, sus composiciones han evolucionado fieles a su estilo. Siente especial apego por las óperas Zigor y Gernika, que todavía no han visto su estreno escénico en el País Vasco.Pregunta. A estas alturas de su carrera, cómo ha recibido la medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes Respuesta. Ha sido una grata sorpresa que el Gobierno español me haya concedido este premio y no puedo dejar de agradecérselo a Esperanza Aguirre y a Joxe Juan González de Txabarri [diputado del PNV] con entusiasmo porque me abre unas puertas que, no sé por qué causas, he tenido cerradas durante mucho tiempo. Y lo digo de esta forma porque no quiero poner en evidencia a nadie. En los tiempos difíciles, cuando la música vasca estaba proscrita, estrenaron en Madrid, Zigor y Gernika, cosa que aquí no se ha hecho. Pero ya hace mucho tiempo que la Orquesta Nacional no interpreta nada mío.

P. Deja entrever un cierto resentimiento cuando afirma que las óperas Gernika y Zigor no han tenido su estreno escénico ¿Es su reto personal?

R. Me duele mucho que no se hayan estrenado aquí, porque hay muy pocas obras de esa categoría a juzgar por lo que vemos. Y no lo digo por mí- yo ya tengo 85 años y no puedo postinear-, lo digo por las obras, que hay que defender por encima de todo.

P. ¿Cree que su carrera no ha sido suficientemente valorada?

R. Yo creo que sí la han valorado, pero no sé cuál es el motivo de que ese reconocimiento no salga fuera. Pero han tenido que apreciar mi obra, porque no todos los compositores son capaces de hacer música como Gernika, Illeta o Zigor, con perdón para todo el mundo.

P. Para otros este premio sería una buena forma de despedir una larga carrera, pero para usted, no ha sido más un impulso para seguir componiendo?

R. No puedo estar sin trabajar, sin componer; tengo que sacar de alguna forma toda la música que llevo dentro. Ahora acabo de escribir una obra para siete instrumentos de percusión, arpa y cuatro instrumentos de cuerda y creo que he conseguido hacer una cosa nueva. Ya veremos si me estrenan en la Quincena musical y se puede juzgar. Ahora estoy ilusionado con la edición en disco del Concierto vasco para piano, que ha rescatado Fernando Argenta. Ya tengo 85 años pero quiero vivir otros 85 para poder volcar todo lo que tengo dentro.

P. Si tuviera que encontrar algo común a todas sus composiciones, ¿una nota que reflejara su estilo...?

R. No sé por qué pero si hay algo que coincide en todas mis obras es un sentimiento religioso, que siempre asoma. Desde la oración en El sueño de un bailarín, hasta el rosario que reza la gente moribunda en Gernika. En Zigor está la estampa de San León de Bayona e Eleta, con letra de Lizardi, es un oratorio fúnebre de arriba a abajo.

P. ¿De qué forma ha influido Lizardi en la esencia vasca de su música?

R. Illeta fue una de las primeras obras que hice con contenido totalmente vasco. La letra de Lizardi me inspiró y quise componer una música completamente vasca, estudié el folclore y las canciones populares; sus intervalos, formas cadenciales, y salió la música original de Illeta. Mis composiciones siempre nacen de hechos, detalles de la cultura vasca.

P. ¿La música debe estar siempre ligada a su tiempo y entorno?

R. La música debe reflejar el mundo en el que vivimos y este mundo muchas veces es violento y atroz, y no como quisiéramos que fuera -y no me meto en política-. Si cambia el ambiente cambia la estética. Antes, el amor, la cuestión sexual era algo espiritual que podía inspirarle a uno para escribir. Hoy puede motivar la violencia, la lucha por la vida, las injusticias...

P. Si las composiciones no llegan a emocionar a la gente, ¿son obras incompletas?

R. Las obras que no emocionan a la gente, no son composiciones, son caricaturas de música. Hay muchas veces en las que el músico busca hacer cosas interesantes con la partitura y luego resulta que no alcanza a los sentimientos. Y eso no vale, no vale. Hace falta provocar sentimientos, sin copiar nada, instrumentar todos los temas de forma original, sin que recuerden a ningún otro compositor. Me sentí satisfecho cuando se estrenó Illeta en Bilbao, me asomé al patio de butacas y vi que la gente lloraba.

P. ¿Hacia dónde van los nuevos compositores vascos?

R. Todos se inclinan por una música que llaman de vanguardia, pero yo, como profesor de música, no estoy de acuerdo. Este tipo de música es más bien mental, es realización, mientras que la música tal y como debe ser es concepto interior que vuelca al compositor; se ve que la obra está creada por un hombre y no por una máquina. Es mucho más fácil escribir vanguardia que clásico. Siempre se encuentra mayor dificultad en evolucionar con elementos que han sido tratados antes, buscar un nuevo sentido y nueva expresión es muy difícil.

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