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Agua bendita, panes y hogueras

San Antón recibió ayer la visita de miles de animales en varios puntos de la Comunidad

Normalmente son los animales racionales los que cogen el coche para ir a ver a los irracionales al Safari Madrid de Aldea del Fresno. Pero ayer, festividad de San Antón -un anacoreta egipcio que se ganó el título de patrón de las bestias porque tenía fama de dominar su voluntad-, fueron dos camellos, la tortuga Roberto, los halcones Caster y Boris y una pitón albina los que bajaron del Safari al pueblo a mezclarse con las mascotas de los lugareños en el atrio de la iglesia de San Pedro. Allí esperaron a que acabase la misa y el párroco les rociara con agua bendita. Esta costumbre data de la Edad Media, cuando labradores y ganaderos llevaban al santo sus animales de labor cada 17 de enero para que los protegiese de todo mal con su bendición.Las mascotas han sustituido hoy a las bestias de laboreo. Miles de ellas disfrutaron también ayer de un paseo extra en Madrid, incluido el aristocrático Taso, el rough-collie azul mirlo del alcalde José María Álvarez del Manzano, que dio, junto a su ufano amo, las dos vueltas en torno al templo del santo que estipula la tradición capitalina en este día. En la tribuna de autoridades, un parroquiano presenta, micrófono en mano, a los artistas invitados. Entre ellos, la Asociación Española de Perros de Rescate e Intervención, con varios de los canes que salvaron vidas en las inundaciones de Biescas; a continuación, el Escuadrón de Caballería de la Guardia Civil en colorido uniforme de gala; luego, las palomas mensajeras del Batallón de Transmisiones del Ejército, y, cerrando la singular procesión, Buñuelo, que, con cinco meses, es el primer cuadrúpedo nacido en los establos de la Asociación de Defensa del Burro de Tres Cantos.

"Padre, bendígame esta estampa, que tengo en casa un perro de 90 kilos y no he podido traerlo. Se la pasaré por el lomo", pide una señora "Cleisita, mira a la fotógrafa", dice Carmen Núñez, de 60 eneros y vecina de la plaza de la Cebada, a su gata persa tocada con un floreado moño azul. Estas escenas se suceden en el número 63 de la calle de Hortaleza. Allí, san Antón ha montado el dispensario de bendiciones, presidido por la imagen de madera del, santo y atendido por un cura que, hisopo en mano, bendice a perros, gatos, canarios, tortugas, conejos y peces. Dos puertas más allá se venden las tortas de San Antón, que rememoran los panes que dice la leyenda que los cuervos le llevaban al santo de carne y hueso para que se alimentese cuando vivía en el desierto, allá por el año 300.

Ya de anochecida, fueron los vecinos de Alcalá de Henares los que festejaron al anacoreta prendiendo una de las pocas hogueras del santo que quedan en la región. En torno a las llamas se bebió sangría y se comieron torraos y garbanzos fritos, crujientes los dientes. Del convite se encargó la Asociación de Hijos y Amigos de Alcalá, que recuperó esta tradición hace ahora tres años.

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