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La Mafia rusa invierte la mitad de sus beneficios en sobornar a funcionarios

El crimen organizado ruso invierte casi la mitad de sus beneficios en sobornar a funcionarios corruptos. Lo asegura Anatoli Kulikov, viceprimer ministro y titular de Interior, en un artículo publicado ayer en el diario Rossiskiye Vesti. Los grupos criminales, añade, están ahora metidos de lleno en un ambicioso esfuerzo de legalización y penetración en el poder.

El lunes, el fiscal general, Yuri Skurátov, afirmó que, en 1997, se produjo una notable mejora de la situación delictiva general, con un descenso cercano al 9% de delitos como atracos, violaciones y robos con escalo. Sin embargo, no dejó mucho lugar para el optimismo cuando añadió que ese mismo año se cometieron en Rusia más de 30.000 asesinatos, dos veces más -proporcionalmente a la población- que en EE UU.Aunque el fiscal no lo dijo, se calcula que 600 de estas muertes fueron obra de asesinos a sueldo, una de las profesiones más en auge en el país. El asesinato, el pasado viernes, del director del emblemático hotel Rossia, a cuatro pasos del Kremlin, fue sin duda uno de esos contratos, y nada permite pensar que no vaya a quedar impune como más del 90% de los del mismo tipo.

Según Kulikov, los especialistas de Interior pronostican un aumento de los delitos de mayor gravedad. No cabe duda de que incluye entre ellos los de carácter económico, sobre todo los ligados a la privatización de las empresas estatales. En los últimos años, señala, han sido descubiertos más de 30.000 crímenes en esta última esfera, y buena parte de ellos fueron perpetrados por los funcionarios encargados de velar por la transparencia y legalidad del proceso.

Que el complejo militar-industrial del Estado, forjado durante más de 70 años de régimen comunista, se liquidó a precio de saldo no es un secreto, pero no deja de sorprender que sea un influyente miembro del Gobierno quien señale algunos aspectos escandalosos de ese proceso. Un control selectivo de las grandes empresas privatizadas, dice Kulikov, demuestra que la mayoría de las 500 principales fueron vendidas a precios vergonzosamente bajos.

Kulikov censura abiertamente al ex ministro de privatizaciones, Alfred Koj, quien, dice, disfrutó en las Barbados de unas vacaciones de lujo en compañía del vicepresidente del banco que ganó la subasta de acciones de una compañía naviera. Koj fue destituido por Borís Yeltsin tras descubrirse que una empresa ligada al banco, que ganó la subasta de la telefónica Sviazinvest, le pagó 15 millones de pesetas como adelanto por un libro dedicado al proceso privatizador. La escasa eficacia de la lucha contra la corrupción se debe, en opinión de Kulikov, a la ausencia de una política estatal unificada y de una base legal.

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