La justicia británica pide ayuda a la televisión
Un joven de 23 años se declara culpable de un robo perpetrado en la vivienda de una persona de edad. Durante el juicio, el acusado, que tiene antecedentes penales, admite haberse llevado un video valorado en unas 36.000 pesetas y un televisor que luego destrozó. ¿Cuál es la sentencia que debería recibir?Este caso práctico y otras preguntas más concretas sobre la labor de jueces, magistrados y agentes de policía formaron la base de un estudio exhaustivo encargado por el Ministerio británico del Interior en 1996. Los resultados, que se han dado a conocer esta semana, ponen de manifiesto "la sistemática ignorancia del público" en todos los aspectos relacionados con la justicia británica.
El 54% de los 8.000 individuos consultados sugirió una media de 12 meses en prisión para el ladrón del ejemplo. En la vida real, el acusado fue encarcelado por tres años. Paradójicamente, el informe indica que la gran mayoría de los británicos piensan que los tribunales imponen sentencias muy blandas.
Los británicos están convencidos de que el nivel de crimen crece año tras año, cuando las estadísticas oficiales denotan un acusado descenso. Creen que los actos violentos forman parte del engranaje social y que hay una tendencia creciente a que los niños mueran asesinados por personas desconocidas. Ambas percepciones no corresponden con la realidad de los datos policiales. En líneas generales, advierten los autores de Actitudes al castigo, los resultados demuestran una extendida crisis de confianza en la justicia británica.
La alarma ha saltado en el Ministerio del Interior. Su titular, el laborista Jack Straw, contrapone esta visión equivocada sobre la justicia con un ejercicio de relaciones públicas sin precedentes. Reclama, por lo pronto, la ayuda de la televisión para realzar el perfil de jueces y otros agentes relacionados con la gestión judicial.
Otras ideas incluyen sugerencias para la realización de documentales e, incluso, la posibilidad de que las cámaras entren en los juicios.
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