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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Apertura iraní

LA NORMALIZACIÓN de relaciones entre Irán y Occidente contribuiría de modo decisivo a configurar un orden mundial más estable. En ese futurible hay que situar la oferta de diálogo lanzada por el presidente iraní, Mohamed Jatamí, al pueblo estadounidense en una insólita entrevista a la cadena de televisión CNN. Pasar de las palabras a los hechos costará, pero Washington ha acogido positivamente el mensaje.Irán es un Estado básico en Asia Central. Con la puesta en pie de relaciones constructivas de Occidente con Rusia y otros países de la antigua URSS, tras el final de la guerra fría, la normalización de las relaciones con Irán sería un paso complementario muy positivo, que sería de mayor alcance si avanzara al mismo tiempo el proceso de paz en Oriente Próximo.

Es difícil pronosticar si la apertura que impulsa Jatamí, reformista elegido en mayo de 1997 con un 70% de los votos, se podrá imponer a las resistencias de los que se agrupan en tomo al líder espiritual y máxima autoridad en la jerarquía iraní, el ayatolá Alí Jamenei. Tal vez, como mantuvo el propio Jatamí, no resulte útil analizar la política de Teherán a partir de categorías como las de moderados y conservadores. Sea como fuere, Irán es un país que está cambiando. Más de la mitad de sus 60 millones de habitantes han nacido después de la revolución islámica.

Al dirigirse a los estadounidenses -citando a los peregrinos puritanos, a Jefferson, a Tocqueville o el amor a Jesucristo-, Jatamí ha actuando con habilidad. En línea con lo que adelantó en la Conferencia Islámica de Teherán, el presidente ha ofrecido un diálogo entre "civilizaciones y culturas": académicos, periodistas, estudiantes. Quizás porque no haya querido o porque no haya podido -al sentirse vigilado por los ortodoxos del régimen-, Jatamí no ha propuesto un diálogo directo político entre Washington y Teherán, aunque de alguna manera llegara a pedir disculpas por la toma de la Embajada de EE UU en 1979. En otro sentido, consideró, sin embargo, que "no son necesarios vínculos con Estados Unidos", potencia a la que acusó de intentar una "política de dominio". ¿Para quién hablaba? ¿Para los duros de su régimen? Porque, más allá de las palabras, ha quedado claro su guiño político y diplomático.

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Clinton ha recogido el guante con cautela. Está dispuesto a fomentar el diálogo entre sociedades. Pero pide algo más que palabras de condena del terrorismo, de no proliferación de armas de destrucción masiva, y aboga también por una actitud más constructiva hacia el proceso de paz en Oriente Próximo. Significativamente, Jatamí no dijo ni palabra de la persecución que sigue pesando contra el escritor Salman Rushdie. Hay, además, senos recelos de Estados Unidos ante un Irán que busca una posición de mayor influencia en la zona. Pero Washington sabe también que, con el regreso de los europeos a Teherán, las empresas estadounidenses están perdiendo oportunidades de negocio y EE UU terreno político. Ahora, entre Washington y Teherán hay al menos, como señaló Jatamí, la posibilidad de "abrir una grieta en un muro de desconfianza".

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