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Asesinado a tiros el director del hotel más emblemático del Moscú soviético

, Dos balas disparadas por una pistola automática Makarov segaron ayer la vida de Yevgueni Tsimbalistov, de 49 años, director del gigantesco hotel Rossía, a tiro de piedra de la plaza Roja de Moscú. Su asesinato quedará muy probablemente impune, como el 90% de los más de 600 del mismo tipo que se comete cada año en Rusia. Quien reciba la oferta de sustituirle debería pensárselo dos veces antes de aceptar. Su predecesor en el cargo también tuvo un final trágico: fue asesinado a hachazos. El Rossía ha sido el hotel más emblemático del Moscú comunista, y concentraba todos los horrores del folclor soviético, desde la arquitectura de mole cuadrada a las prostitutas del KGB.

La profesión de hotelero no está precisamente exenta de riesgos en Moscú. Como muestra, dos botones. El pasado 13 de diciembre, Borís Griazinov, director del hotel y centro de negocios Sovincenter, era mortalmente tiroteado junto a su guardaespaldas cuando viajaba en su coche. Un año antes, el hombre de negocios norteamericano Paul Tatum, experto en llevarse mal con sus socios rusos en el hotel Slavianka, perteneciente a la cadena Radisson, terminó sus días en la escalera de la cercana estación de metro de Kievskaia, con 11 balas en la espalda disparadas por un encapuchado.

No se tiene ninguna pista que permita identificar a los asesinos. Y no parece que sean demasiado sólidas las que posee la policía de San Petersburgo, que investiga otro crimen por contrato muy especial: el de Mijaíl Manévich, jefe de privatizaciones de la antigua capital imperial, en agosto.

Ni la familia ni los amigos de Tsimbalistov tenían noticia de que hubiera sido amenazado. Incluso aseguran que estaba "alegre y sereno" cuando celebró su cumpleaños hace cuatro días. Eso no evitó que fuese asesinado en el portal del edificio de apartamentos en el que vivía. Allí le encontró su chófer. El Rossía, de casi 4.000 habitaciones, ofende con su vista a vecinos tan ilustres como el Kremlin o la plaza Roja y los espléndidos edificios decimonónicos del barrio Kitai Gorod.

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