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"Dadme un arma o si no me voy yo también''

, "Dadme un arma o si no me voy yo también de aquí", pide casi a gritos a los militares un hombre de 84 años que vive en un grupo de casas en las montañas de Uarsenis. El anciano se queja de que al principio de la crisis argelina las autoridades exigieron que quienes poseían escopetas o fusiles de caza los entregaran en los cuartelillos de la guardia rural. "Nos deshicimos de las armas y vean lo que ha pasado. Ahora espero que me den un klash (Kaláshnikov)", dice.La prensa local y varios habitantes de la provicia occidental de Relizan, escenario de las últimas matanzas, afirmaban ayer que está en marcha un éxodo "sin precedentes" de la población de la zona. La mayor parte de los lugareños que viven en esa provincia han abandonado sus frágiles viviendas para refugiarse en las grandes localidades que gozan de protección, indica el diario Liberté. "Le puedo asegurar que la práctica totalidad de los 24 caseríos que constituían el término municipal de Had Chekala se han vaciado de habitantes", declara uno de los lugareños que se disponen a abandonar ese sitio.

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El diario vespertino Le Soir informó ayer de que 30 personas, entre ellas varias mujeres y niños, fueron degolladas y mutiladas entre el lunes y el martes pasados por presuntos comandos integristas en Argel y en la localidad de Tiarte, al oeste del país.

El movimiento de la población es el signo más evidente del terror que se ha apoderado dé las gentes que residían en aldeas y caseríos aislados de la montaña. Sus habitantes ponen de relieve el hecho de que lo escarpado del lugar y las dificultades del terreno "ofrecen condiciones ideales para el desplazamiento de los asesinos del Grupo Islámico Armado".

A lomos de mulos, los habitantes de Relizan abandonan sus casas portando sus pobres propiedades: alguna ropa, literas desvencijadas,' utensilios de cocina. "No tenemos la menor idea de cómo vamos a vivir ahora, pero no podemos permanecer aquí esperando que nos degüellen", asegura otra de las personas que han emprendido la marcha. "Nos sentimos abandonados", cuenta uno de los habitantes que huyen del horror. Centenares de refugiados han sido temporalmente instalados en mezquitas y hangares.

"En varias ocasiones pedimos a los lugareños que se marcharan de las aldeas montañosas y se instalaran en lugares más seguros", afirma un portavoz de uno de los municipios atacados, quien dice, que éstos desoyeron el consejo al estimar que estaban suficientemente protegidos por el Ejército Islámico de Salvación, el brazo armado del Frente Islámico de Salvación, que mantiene guerrilleros en la región.

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