"La acústica del Auditorio Nacional es brillante"
Ramón Torre Lledó (Castro Urdiales, 1956) ha pasado la mayor parte de su vida en Bilbao. Su formación incluye estudios en Madrid y Pittsburg, ciudad estadounidense donde cursó el master en Dirección de Orquestas. Ha compuesto sinfonías, géneros escénicos y trabajos para orquestas de cámara. En Rusia y en Rumania ha dirigido conjuntos muy importantes como la Orquesta Filarmónica de Bucarest o la Nacional rusa. Ahora está al cargo de una de las mejores del país del Volga, la Sinfónica Estatal de Rusia, con 130 maestros bajo sus órdenes y que actuó recientemente en Madrid en una gala benéfica de la Asociación Española Contra el Cáncer. Está casado y tiene una hija.Pregunta. ¿Se considera un niño prodigio?
Respuesta. No, lo que pasa es que las carreras de director cuando afloran dan esa imagen. Parece que uno está en lo etéreo y que eso no forma parte de un trabajo que hay que comenzar desde muy jovencito. Mi preparación académica es como la de cualquier músico director de orquesta. La de desarrollo posterior sí ha sido muy intensa, desde el puesto de asistente hasta que he sido titular de una orquesta.
P. Pero dirigir la Orquesta Estatal de Rusia no será fácil.
R. Sólo es un reto más.
P. ¿Ha dejado mucho en el camino?
R. Desde luego, toda formación obliga a ello. Lo que te compensa es la propia vocación. Tampoco lo dejas como algo negativo, es decir, me hubiera gustado más haber visto, crecer a familiares y haber hecho un núcleo de amigos o haber desarrollado más mi parte social y mi parte afectiva en este país. He pasado muchas horas solo.
P. ¿Se le conoce. aquí?
R. Se da la paradoja de que allí en Rusia se me conoce mucho y aquí en España soy desconocido salvo en el mundo de la música. Yo no he estado en el número uno de la fama y el marketing. He estado más concentrado en lo mío, la dirección de orquesta.
P. ¿Qué significó para usted dirigir en el Auditorio Nacional de Madrid?
R. Un deseo y, dado que no tienes oportunidad de estar por estas tierras, fue una forma de sentirme cercano y de volver a mis raíces. Tiene también connotaciones sobre todo artísticas. Al venir de fuera se produce una tensión creadora muy positiva.
P. ¿No es mucha responsabilidad dirigir en Madrid?
R. Sí, pero sólo ante el músico, no tanto ante la propia orquesta o ante el público. Los autores han escrito una música que es un bien de la humanidad y ahí está la responsabilidad de interpretarlo. Lo otro forma parte de la misión del director.
P. ¿Qué opina del Auditorio?
R. Es maravilloso y nos tenemos que sentir orgullosos de él. Como todo es relativo, puede haber mejores y mucho peores, pero a mí me encanta por su austeridad. Su acústica es muy brillante.
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