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Caos, desorganización e irregularidades en las segundas elecciones multipartidistas en Kenia

Las cosas comenzaron mal, rematadamente mal. Las segundas elecciones multipartidistas en la historia de Kenia arrancaron en medio del caos absoluto. Numerosos colegios abrieron tarde sus puertas. En unos faltaban papeletas; en otros, urnas. "La gente no puede votar y nadie sabe qué es lo qué pasa, aunque lo supone", asegura Charles Marenga. El miedo al fraude masivo comenzó a planear bien pronto. Incluso la Comisión Electoral, dominada por los partidarios del presidente Daniel arap Moi, se atrevió a reconocer múltiples irregularidades y ampliar el plazo en varias horas en algunos puntos.

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Nadie se atrevió a dar nombre y apellidos a la desorganización reinante. Unos hablan de falta de experiencia, otros de un ejemplo de la corrupción reinante. Las colas comenzaron a formarse antes de la apertura de los centros de votación. Los retrasos o suspensiones, debido a las lluvias torrenciales y a las inundaciones, perturbaron el desarrollo de la mañana en una parte sustancial de los 12.700 colegios electorales. En los territorios del oeste, la tercera circunscripción en importancia, con 102.000 votantes potenciales, el retraso fue realmente significativo. Felida, la primera en llegar a las puertas del colegio, pasó cuatro horas de impaciente espera. "Estoy desencantada, pero esperaré. Tengo a mi candidato ya elegido". Detrás de ella, unas 3.000 personas esperaban en silencio.El presidente Moi, que se postula para su quinto y último mandato tras 19 años de Gobierno autoritario, votó en Sacho, su aldea natal, a 320 kilómetros al noroeste de Nairobi. "Obviamente voy a ganar", dijo a los informadores que le esperaban. El antiguo vicepresidente y hoy líder del opositor Partido Democrático, Mwai Kibaki, predijo su victoria, aunque se declaró preocupado por la posibilidad de un fraude. "No hay posibilidad alguna de que Moi gane estas elecciones a través de su partido, Unión Nacional Africana de Kenia (KANU)".

La otra rival de Moi con algunas opciones de obtener un buen resultado, la empresaria Charity Ngilu, echó las culpas del desbarajuste a la Comisión Electoral 11 que está mal preparada". La propia candidata fue víctima del caos, ya que tuvo que aguardar varias horas para poder votar.

La Comisión Electoral trató de paliar la situación prolongan do el horario de los colegios más afectados en varias horas. Unos podrán votar hasta las tres de la tarde, en otros se votará durante toda la jornada de hoy. Es el caso de tres circunscripciones de Garissa, al noreste, afectadas por las inundaciones causadas por las lluvias torrenciales de los últimos días.

Para que esta primera vuelta presidencial sea válida, el candidato ganador debe obtener más del 25% de los votos válidos en cinco de las ocho provincias del país. Es el único problema con el que puede toparse el presidente.

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Compra de votos

Las irregularidades no se dan sólo en el escrutinio. El fraude puede ser mucho más sibilino, muy en la línea de la tradición africana: comienza con la compra masiva de los votos. Ayer era perceptible en las puertas de algunos de los colegios la existencia de grupos de personas ociosas que esperaban innecesariamente para entrar. "Yo no voy a votar hasta que mi estómago esté lleno", dijo sin rubor uno de ellos. Allí, a pie de urna, los partidos compran los últimos votos.Todas las encuestas, cuya fiabilidad no está contrastada en Kenia, apuntan a una aplastante victoria del presidente Moi. Algunas le otorgan una intención de voto cercana al 50%. El opositor Kibaki quedaría en segundo lugar, según estos muestreos, a más de 20 puntos de diferencia. La clave está también en el Parlamento, de 210 escaños. KANU necesita la mayoría absoluta. En el Parlamento saliente contaba con 188 diputados. Ahí es donde se puede dar el mayor fraude, según lo observadores.

Estas elecciones son trascendentales. No sólo van a determinar el curso inmediato de la política del país -se teme un retorno a la violencia del pasado verano-, también van a determinar el comportamiento de los inversores extranjeros y del FMI, que este año suspendieron las líneas de crédito al Gobierno de Moi. Ayer, tres personas, una de ellas un bebé de cuatro meses, resultaron muertas por arma blanca en Siaya, al oeste.

Los comicios también son importantes porque son los últimos a los que se puede presentar Moi, según la actual Constitución. Kibaki no sólo se juega la victoria (imposible), sino además la posibilidad de emerger de las urnas como el sucesor de Moi.

Charity Ngilu, la primera mujer que se postula para la presidencia de Kenia, es la gran incógnita. Su campaña electoral ha sido espléndida. Ha pasado del anonimato a ser la verdadera protagonista. Para ella, un éxito sería quedar segunda y que su partido, el Social Demócrata, se abra hueco en el Parlamento.

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