El fracaso del divorcio
Dije ayer: "el fracaso del divorcio" y se me reprocha. El divorcio es una de las pocas libertades que trajo la democracia, aparte de la de poner el votito en la urnita para elegir a Pinto o a Valdemoro, a Scilla o a Caribdis. Vale. Pero ha caído en una sociedad ancestral: la muerde. El divorcio será verdad cuando las mujeres sean consideradas como realmente iguales a los hombres, cuando la unión de una pareja no tenga bases ni continuidad económica (separación de bienes), cuando la justicia o el Estado intervengan lo menos posible. Cuando los celos desaparezcan. Hay hombres que se divorcian contentos, pero cuando su antigua mujer va con otro, la matan. No sé si se dan casos contrarios: tienen menos publicidad. El divorcio no disuelve, como promete: deja sin cubrir los flecos de la vivienda, los hijos, las pensiones. Y las deudas. Me dice Luis Zarraluqui, gran abogado de familia, que hoy en las separaciones es mas dificil repartir lo que se debe que lo que se tiene.Hay mujeres que no se divorcian porque el matrimonio es su medio de vida, porque no tienen oficio ni beneficio -la última asesinada era analfabeta total-, porque no van a encontrar ya trabajo. Ni compañero. El marido sabe cuál es su dominio, y cuál el obstáculo que cree que ella es para su vida: la maltrata. Muchas personas ven a su pareja culpable del fracaso de la vida: golpean o envenenan o aturden para vengarse del padre brutal, de la madre beata, del jefe híspido, de la ley bífida. De perder al mus, o al bingo; de la dieta de adelgazamiento, de las malas noticias. Los hombres creen que su esposa les ha privado "de la libertad": los dos, a veces, que la canalla, los hijos, les hacen imposible la vida. No sé qué vida. Les apalean. En Italia les bautizan como "indeseado" o "malvenido": para que toda la vida sepan ellos y los otros que han sido una maldición ("canalla", en italiano, es "canaglia", de can, perro; una multitud de perros).
Esto ocurre en una minoría: la mayor parte de españoles y españolas conviven con el matrimonio, la mayor parte no pega a nadie; y se divorcia sin daño. No creo que esta sociedad burguesa, que va por el mal camino -el conservador-, resuelva nunca los problemas conyugales y las diferencias sociales. Siempre he pensado que la solución es la pareja libre, el amor libre. Sin ser tampoco una minoría, hay una importante sección de españoles y españolas que lo practican.
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