El Madrid saca buena nota
Meritoria victoria del equipo de Heynckes, que remontó el gol inicial del Espanyol
El decepcionante ciclo del Madrid terminó frente al Espanyol. Ganó de forma meritoria un partido difícil por las características de su rival, un equipo sólido, de carácter defensivo, con una fibra vigorosa que le permite resistir en situaciones muy incómodas. Durante una hora, aguantó mal que bien el tirón del Madrid, que tuvo una actuación bastante académica. Hubo toque, paciencia y dos jugadores fundamentales: Raúl y Suker. Su contribución fue decisiva en la victoria. Raúl porque regresó a su condición de futbolista intrépido y Suker porque marcó los goles. Es decir, estuvo en su papel de toda la vida.El mérito del Madrid radicó en su constancia para debilitar el sitema defensivo del Espanyol, que se defendió con todo tras el primer gol de Suker. Después de su insistente partido, el Madrid tuvo la fortuna de encontrar el gol de la victoria en el último. Apenas le quedaba gas para proseguir en un juego muy elaborado, solvente en muchos casos, pero poco apreciado por la gente, que está nerviosa. Pero cuando el Espanyol comenzaba a reflotarse, se produjo el segundo gol madridista. Por cierto, fue la jugada del partido y una muestra del cambiante humor de la hinchada. Todo comenzó con Guti, que recibió la pelota y tomó la decisión de pasar hacia atrás entre los silbidos del personal. Redondo recibió la pelota y la devolvió con precisión a Guti, bien perfilado hacia el área y con ganas de meter el pase a cualquiera que saliera por detrás de la línea defensiva. Fue Suker, que entendió la jugada y la concretó con precisión frente a Toni. Allí terminó el duro compromiso del Madrid. No le quedaba aire para más cosas. Así que los últimos minutos le resultaron bastante angustiosos. El Espanyol se estiró por fin y anduvo cerca del gol.
El Madrid comenzó de forma desalentadora, en sintonía con el deficiente jugo que ha desplegado en las últimas semanas. En el ambiente se advertía la desconexión entre el público y el equipo. Las relaciones no son buenas y eso provoca la ansiedad de los jugadores, que actúan con poca naturalidad, con el punto de rigidez de los actores que no se sienten seguros en el escenario. Durante los diez primeros minutos, el Espanyol hizo todo lo contrario de lo que realizaría más tarde. En ese breve periodo funcionó con serenidad, generalmente en el campo del Madrid. Ese primer acto se cerró con el gol de Pacheta, que vino precedido por un sensacional tiro libre de Galca. El centrocampista rumano dispone de tres condiciones esenciales como chutador: precisión, pegada y variedad. Resulta explosivo desde casi todos los perfiles. Éste salió desde el callejón del ocho. La pelota impactó con violencia en el larguero y cayó en el área, donde se produjo un jaleo que favoreció a Pacheta, libre de marcaje.
Contra todas las previsiones, el gol no favoreció al Espanyol. Su problema es que recibió el empate inmediatamente. La jugada estuvo protagonizada por tres de los jugadores que definieron el corte del partido. Hierro metió un pase largo, raso y profundo que encontró a Raúl entre dos defensas del Espanyol. Su maniobra fue muy inteligente. Se giró, ganó espacio y sacó el pase hacia Suker, que venía por el otro lado acompañado de Nando. El defensa no se avivó lo suficiente y le concedió el tiro al croata.
El empate tuvo un efecto revitalizante en el Madrid como equipo y en algunos jugadores que están cuestionados en los últimos tiempos. Suker mostró una actividad inaudita y Raúl desplegó lo mejor de su repertorio. La lesión de Amavisca obligó a algunas modificaciones, entre ellas el traslado de Raúl a la media punta, al menos como punto de partida. Lo cierto es que se movió por todos los frentes, siempre con astucia, ligereza y recursos. Fue el protagonista de la penúltima acción en casi todas las jugadas. En esa condición de pasador, puso en graves problemas a la defensa del Espanyol.
Además de la contribución de Raúl y Suker, el equipo se liberó de tensiones. Jugó bien, aunque le faltó un punto de fiebre para superar la tenaz defensa del Espanyol. La elaboración era metódica y no faltaban las ocasiones. Raúl y Suker cruzaron dos remates estupendos que fueron desviados por Toni. El Espanyol se reservó un papel estrictamente defensivo, sin ningún interés en buscar un partido frontal, en buena parte por el acertado criterio del Madrid, que movía la pelota con paciencia y claridad. Era una buena versión del equipo de Heynckes, aunque el público no ayudaba demasiado. La hinchada anda enfurruñada por la última trayectoria de su equipo y no concede a sus jugadores. Esta vez, le dio por Guti. Retrasó la pelota en un par de ocasiones y recriminado por todo el estadio. Pero no era un problema de Guti, que hizo lo correcto, sino de la gente, que quiere la pelota en el área por la vía rápida. Guti tuvo el valor de insistir y alcanzó su recompensa en la maravillosa jugada del segundo, un hermoso ejemplo de los que sucede cuando tres excelentes jugadores -Guti, Redondo y Suker- deciden hacer las cosas con propiedad.
La acción coronó el buen partido del Madrid, que perdió todo el aire en los últimos minutos. El aire y unos cuantos jugadores. Muchos sufrían calambres y otros denotaban su fatiga. Entre la necesidad del empate y la fragilidad final del Madrid, el Espanyol buscó de prisa la portería de Cañizares, pero no la encontró. Hubiera sido demasiado para sus méritos.
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