Del Tajuña
En relación con el número correspondiente al pasado 14 de noviembre, en el que se publica un escrito titulado El ferrocarril del Tajuña, por una dulce vía muerta. Lo firma Andrés Campos, que ya en otra ocasión también habló y no bien de Ambite, nuestro pueblo, y quiero decirle a este señor que no nos rebaje tanto como pueblo, y más si sólo se ha limitado a recorrer la vía desde Ambite a Orusco.Dice (y, después se desdice) que Ambite se dedica a la agricultura, despreciando el turismo. Es lo contrario: no hay gente joven para el campo, como luego dice él, igual que en todos esos pueblos de la ribera del Tajuña.
Cuenta también que, en la cantina de la estación abandonada, unos ancianos "rumian su desesperanza en los bares de un pueblo estéril". La palabra rumiar no es la más indicada; rumiar es lo que hacen las cabras, ovejas y vacas, o sea, retener la comida en el estómago; pudo decir: se lamentan o se entristecen, pero no eso de rumiar, eso es rebajar a las gentes de mi pueblo.
Y en lo de que ha perdido el tren del progreso se equivoca, tenemos restaurantes estupendos (con fama por el cordero), tres bares, teléfono, farmacia, taxis, etcétera, y tres coches diarios a Madrid y un verano apropiado.
Señor Campos, es mejor que se entere bien o no escriba de ello: el ferrocarril se trazó primero hasta Orusco y luego acabó en Alocén, y el empalme a Chinchón y Colmenar partía de un apeadero llamado Tajuña, entre Morata y Arganda.
Por último, ninguna mujer de estos pueblos fingía preñez (embarazo suena mejor) para estraperlear judías, garbanzos, etcétera, de esa verga virgiliana.-
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