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La huelga general se prolonga a pesar de su ilegalidad

Los trabajadores israelíes desafiaron ayer una orden judicial que les ordenaba interrumpir la huelga general convocada el miércoles de forma sorpresiva por la federación de sindicatos, Histadrut, y paralizaron el país por segundo día consecutivo. Ante esa situación -unas 700.000 secundaron el paro- el Ministerio de Justicia pidió anoche la suspensión de las negociaciones hasta que se desconvoque la huelga.Los efectos del paro, con el que los sindicatos quieren protestar contra los planes de privatización del Gobierno y la reforma del sistema de pensiones, fueron más graves que en la primera jornada. La basura comenzó a acumularse en las calles de algunas ciudades, y los cortes de agua y electricidad afectaron a numerosas comunidades.

El dinero en metálico comenzó también a escasear, por el cierre de los bancos. En las principales ciudades y centros turísticos era imposible obtener dinero en los cajeros automáticos de las instituciones financieras. El mercado de valores de Tel Aviv también se vio obligado a suspender sus sesiones.

El cierre, en la práctica, del aeropuerto internacional de Ben Gurion y de los principales puertos del país provocó una sensación de aislamiento internacional. El primer ministro Netanyahu, que salió ayer noche de Israel en uno de los escasos vuelos que fueron permitidos, intentó mediar en vano, en el mismo aeropuerto, entre el ministro de Finanzas, Jaacob Neeman, y el jefe del Histadrut, Amir Peretz, que sólo se comprometieron a mantener el diálogo.

Neeman, que se disculpó ante los trabajadores y sindicalistas por compararlos con los terroristas de Hamás, se mostró de acuerdo en intercambiar nuevas propuestas con Histadrut para resolver el problema, pero los dirigentes sindicales se negaron a retirar su convocatoria de huelga.

La Fiscalía General israelí se vio obligada a advertir a los trabajadores de que su acción supone "un desafío al Estado de derecho" y que "puede llevar a Israel a la anarquía". La Asociación de Productores israelíes revisó ayer sus estimaciones y aseguró que cada día de huelga general representa unas pérdidas de 32 millones de dólares (casi 5.000 millones de pesetas). Peretz aseguró que sólo está dispuesto a dar la orden de que se vuelva al trabajo cuando el ministro de Finanzas acepte firmar un acuerdo con los trabajadores. El Histadrut se queja de que los compromisos anteriores del ministro se han convertido en papel mojado por su incumplimiento.

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