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Más de lo mismo

En política no hay mejor ventaja para un partido que mantener lo más intacta posible su capacidad de maniobra, de tal manera que pueda reaccionar según las circunstancias con la máxima libertad, diversificando su política de alianzas, atrayendo a todos al terreno propio y no quedando nunca prisionero de nadie.No cabe duda de que en este terreno el Partido Nacionallsta Vasco (PNV) y en especial su máximo dirigente, Xabier Arzalluz, son unos auténticos maestros, como vienen demostrando desde que se inició la transición y de manera particularmente llamativa desde el comienzo esta legislatura.

A pesar del enorme debilitamiento que supuso para el PNV la afirmación política del terrorismo a través de Herri Batasuna (HB) y la escisión de Carlos Garaikoetxea con la formación de Eusko Alkartasuna (EA), el PNV no sólo no llegó a perder la iniciativa en Euskadi en los momentos más difíciles en que llegó a ser el segundo partido parlamentario tras el PSOE, sino que incluso llegó a ser capaz de fortalecer su posición y consiguió un margen de maniobra en apariencia ilimitado.

Para un observador de la política, el PNV y Xabier Arzalluz resultan realmente fascinantes. No sólo porque consiguen jugar con todos en beneficio propio, dejando a todos sucesivamente en algún momento fuera de juego, sino porque lo hacen además "a la ofensiva", descalificando políticamente a sus adversarios.

Creo que no está de más recordar en este sentido el episodio de la autovía de Leizarán y la forma en que el PNV justificó su descuelgue de la posición mantenida ante aquel contencioso por la Mesa de Ajuria Enea. No era el PNV el que rompía el pacto, sino los demás "con su cerrazón" los que estaban impidiendo que "las cosas se movieran y se desbloquearan problemas enquistados en la sociedad vasca". Como tampoco lo está recordar la forma en que ha negociado con el Gobierno del Partido Popular la noche antes de la sesión de investidura, la noche antes de la aprobación de los Presupuestos, la noche antes del último debate sobre el Estado de la Nación, obteniendo resultados tangibles mientras quedaba aparcada como "motivo de desacuerdo" la política antiterrorista.

Por eso no creo que nadie que haya seguido la trayectoria del PNV en estos últimos veinte años se pueda extrañar del comunicado leído por Xabier Arzalluz respecto de la sentencia del Tribunal Supremo condenatoria de los veintitrés integrantes de la Mesa Nacional de HB. Desde una perspectiva política no hay apenas nada nuevo en este comunicado. Es pura y simplemente más de lo mismo.

Ahora bien, el que nadie se pueda extrañar no quiere decir que no nos debamos preocupar. La diferencia entre la actitud del PNV en los ochenta y la que está adoptando en los noventa radica en que entonces las maniobras del PNV se circunscribían al interior de la política vasca, sin llegar a poner en cuestión el marco constitucional general en el que aquélla se inserta, mientras que ahora ha pasado ya esa raya. La no aceptación del Tribunal Constitucional como árbitro entre el Estado y la Comunidad Autónoma del País Vasco en la interpretación del Estatuto de Autonomía fue el primer paso. Su reacción ante la sentencia del Tribunal Supremo, el último. Por el momento.

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