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Tribulaciones sin fin para un impaciente

Juan Carlos Sanz

Sus equipos deportivos participan en todas la competiciones europeas. Se deja ver en el festival de Eurovisión. Entró en la OTAN 30 años antes que España. Y en 1963, cuando Madrid sólo recibía portazos, ya estaba asociada a la Europa comunitaria. Pero casi todo su territorio es de Asia.La obvia adivinanza se resuelve en Turquía, donde siguen esperando con impaciencia la luz verde en el camino de acceso a la Unión Europea (UE). El tratado aduanero en vigor desde 1966 ha supuesto que su comercio sea deficitario hasta un monto anual de 11.000 millones de dólares (1,7 billones de pesetas), según declaraba el lunes el primer ministro, Mesut Yilmaz.

Mientras, la sentencia de muerte dictada ayer contra 33 integristas parece confirmar los augurios de diplomáticos occidentales en Ankara: el Partido del Bienestar va a ser ilegalizado antes del inicio del próximo Ramadán, que casualmente este año coincide con las Navidades cristianas. Tampoco parece probable que el fallo se conozca antes de la Cumbre de Luxemburgo (12-13 de diciembre), en la que los Quince cerrarán la lista de futuros aspirantes.

Aunque Yilmaz no lo desee, el Refah será previsiblemnte disuelto, y Erbakan y otros líderes condenados al ostracismo 0 encausados. Y los islamistas crearán el Ferah Partisi (Partido del Consuelo) para los próximos comicios. Los países occidentales se han esforzado en transmitir a Ankara que prohibir al partido más votado, recién salido del poder, no está, cuando menos, bien visto en una democracia. Pero el presidente del Tribunal Constitucional, Gungor Ozden, advertía ayer a The New York Times que "Turquía no es un satélite ni un criado".

Este es el mensaje que llega estos días desde Ankara. El Consejo Nacional de Seguridad, el órgano donde los generales hacen oír su voz a los políticos, ya dijo el jueves que los turcos pueden cansarse de Europa si esta vez ni siquiera se les hace un hueco en la antesala de los elegidos.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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