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El Reino Unido mantendrá el mando de la OTAN en Gibraltar si no se levantan las restricciones

Miguel González

La partida de la OTAN se acerca a su desenlace y los jugadores empiezan a mostrar sus cartas. El Reino Unido no cumplirá su amenaza de vetar la integración de España en la nueva estructura militar pero se opondrá a la desaparición del mando aliado de Gibraltar si no se levantan las restricciones. Aunque ambos países aceptan negociar la gestión conjunta aérea del Peñón, la entienden de manera muy distinta: España quiere la cogestión del aeropuerto, y Londres, la del espacio aéreo. Los ministros de Exteriores Abel Matutes y Robin Cook se entrevistan hoy en Luxemburgo.

La decisiva reunión que hoy celebran en Luxemburgo, aprovechando la cumbre europea sobre el empleo, los jefes de ambas diplomacias ha venido precedida de intensos contactos. El ministro español de Defensa, Eduardo Serra, se entrevistó esta semana en Erfurt (Alemania) con su colega británico, George Robertson, mientras que el secretario general de la OTAN, el español Javier Solana, viajó a Londres para reunirse con el primer ministro Tony Blair y con sus ministros de Exteriores y Defensa.Aunque el puesto de Solana le obliga a una exquisita neutralidad, fuentes aliadas reconocen que el contencioso de Gibraltar formó parte de las conversaciones, ya que este asunto, junto a la disputa greco-turca, es el último obstáculo pendiente para la aprobación de la nueva estructura militar en las reuniones ministeriales de la OTAN en diciembre.

Las discusiones entre el Reino Unido y España se centran en la propuesta española de gestión aérea conjunta de Gibraltar. Londres no ha rechazado de plano esta propuesta, pero hace una interpretación muy diferente a la de Madrid. Frente a la pretensión española de que las instalaciones del aeropuerto sean gestionadas por los dos países, los británicos limitan la cogestión al control de los vuelos militares.

Es decir, España habla del aeropuerto, construido sobre el istmo ocupado ilegalmente durante el siglo pasado, y el Reino Unido del espacio aéreo. El problema radica en que el espacio aéreo que rodea Gibraltar es español por lo que la concesión británica, a ojos de Madrid, no es tal.

En el mejor de los casos, del encuentro de hoy entre Matutes y Cook podría salir el compromiso de negociar este asunto, buscando un punto de encuentro entre ambas posturas.

Por si el consenso no fuera posible, el Reino Unido ha multiplicado en las últimas semanas sus reservas al texto sobre la nueva estructura militar de la OTAN en los puntos que más interesan a España.

Incluso el acuerdo entre España y Portugal, en virtud del cual Canarias y sus aguas circundantes dependerán del mando aliado europeo, ha recibido una reserva británica, a pesar de que el plazo para presentarla ya había concluido, con el argumento de que ningún tema está cerrado hasta que lo estén todos. También la creación de un mando subregional de la OTAN en España, aceptada hace tiempo, ha recibido una reserva de Londres.

Sin embargo, la verdadera reserva, la que se mantiene desde el principio de la negociación con distintas formulaciones, es la que afecta a la supresión de los mandos de cuarto nivel, entre los que se encuentra Gibraltar. España ha dicho siempre que la supresión del mando aliado en el Peñón (Gibmed) es una condición indispensable para su integración en la nueva estructura.

Con su negativa a retirar esta reserva hasta que se levanten las restricciones militares al Peñón, Londres busca poner en una posición incómoda a Madrid: no serían los británicos los que vetarían la integración española en la OTAN sino los españoles los que renunciarían a la misma, al resultar inaceptables las condiciones.

El Reino Unido no puede oponerse a la supresión de los mandos de cuarto nivel, ya que si ésta no se produce no habrá propiamente una nueva estructura militar, sino una yuxtaposición de la antigua y la nueva, a un coste inasumible.

Lo británicos sostienen, sin embargo, que es posible suprimir los mandos de cuarto nivel y mantener, como excepción, el de Gibraltar, reconvertido en sus funciones. No se trataría, además, de un caso único: el mando de Islandia seguirá existiendo, a pesar de que no encaja en ninguno de los tres niveles previstos (estratégico, regional y subregional), atendiendo a las peculiares circunstancias de esta nación-isla. Algo parecido, argumentan, podría pasar con el Peñón.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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