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Las calles semidesiertas, los bares cerrados

Javier Sampedro

La noche del martes, los bares de Nerva que normalmente están abiertos hasta las tres de la madrugada cerraron pronto. Ayer, los padres acompañaron a sus niños hasta la puerta del colegio. Las calles aparecían semidesiertas.

La funeraria del pueblo se llama Santa Bárbara, como casi todas las funerarias, y nunca se había visto en una igual. El encargado, Fernando Cerezo, regresaba de la iglesia: "Ayer enterramos a dos, y ahora vengo de pagarle al cura por el tercero".

Las obras del vertedero han provocado tensiones, broncas, amenazas, incluso brotes de violencia. Ayer mismo, alguien puso una falsa bomba, montada con cables y cartones, a la puerta de la casa del alcalde, el socialista José Villalba. Pero nadie en Nerva recuerda un crimen de verdad.

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Tres asesinatos y ninguna explicación

Las malas noticias corren como la pólvora. En Arroyo la Plata, una aldea a 30 kilómetros de Nerva, se habían reunido en el bar Tapas Juanito el dueño, el lotero y el estanquero. El chatarrero asesinado pasaba por esa taberna casi todas las mañanas, de camino para Sevilla. "No se va a poder salir de casa", se quejaba el lotero.

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