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El fiscal afirma que el 80% de los testigos del Arny son presionados para retirar los cargos

Almeida considera "una vergüenza" que se dé credibilidad a "delincuentes"

Jorge A. Rodríguez

El caso Arny se convirtió ayer en una trifulca pública entre abogados defensores y Fiscalía de Sevilla a causa de la fiabilidad de los testigos de cargo y su catadura moral. Cristina Almeida, letrada de Javier Gurruchaga, aseguró que el "oscurantismo" del trabajo de la fiscalía, que ha dado credibilidad a "testigos delincuentes" ha convertido en "una vergüenza para la justicia" la vista que se sigue en la Audiencia de Sevilla. El fiscal jefe, Alfredo Flores, contestó raudo y sostuvo que "el 80% de los testigos han sido presionados para cambiar su testimonio" en la sala.

El testigo número 10 fue el origen de este rifirrafe. Los defensores Cristina Almeida y Francisco Baena se lanzaron a por el testigo número 10, el atracador apodado El Caqui, nada más acabar ayer su declaración, en la que ratificó todas sus acusaciones, Gurruchaga incluido, aunque con contradicciones. "Ha puesto en marcha el ventilador de la injuria, porque es un testigo falaz", dijo Baena. "Es un agresor de homosexuales, porque ha reconocido que quemaba el culo o le robaba la cartera a los clientes que no pagaban o le infundían dudas", agregó Almeida.Ambos abogados destacaron que cuando tenía 10 años este testigo acusó falsamente a un profesor de abuso sexual y subrayaron que se va a investigar a este menor tras haber reconocido que llevó al Arny a trabajar a menores que jamás se habían prostituido. El tratamiento dado a éste y otros testigos en la sala llevó al fiscal Flores a decir que se despachaba a los menores como delincuentes, cuando no todos lo son. Fue el lunes pero el taco se montó ayer.

"Son testigos falaces, que mienten, y si eso es tratarlos como delincuentes, voy a seguir diciendo que esos testimonios son falsos, calumniosos e injuriosos", dijo Baena. No obstante, fue Almeida la más dura. A su juicio, el fiscal jefe supo durante la instrucción que muchos de los menores eran delincuentes "y no se tomaron medidas. Eso es una dejación de funciones". Y siguió: "Ha tenido la ocasión de ver la fiabilidad de los testigos y ha seguido adelante sin tener en cuenta la credibilidad de otras personas. Que él se ocupe de ver si son delincuentes porque nuestros clientes no lo son. Los menores sí".

Almeida acusó a Flores de haber provocado "el suplicio" de los acusados, "sin tener el menor respeto sobre si había base para hacerlo" y amparado "en el secreto y en el oscurantismo". La letrada sentenció en una sala de la primera planta: "Con mucha responsabilidad del ministerio fiscal, y sobre todo del fiscal jefe, estamos viviendo esta agonía, esta vergüenza para la Justicia".

Flores respondía en la segunda planta y telefónicamente. Primero se ratificó en que a los menores "se les coloca el marchamo de delincuentes porque vienen de ambientes marginales". El fiscal replicó que "el 80% de los testigos ha sido objeto de presiones y amenazas para que cambiara el testimonio" y puso dos ejemplos: "Ha habido un menor que incluso ha presentado un recibo, con deducción de IRPF e IVA, para que dijera lo que tenía que decir, la verdad que ellos quieren que digan. Otros dos menores", agregó, "han sido amenazados con la tortura de la corbata colombiana, una traqueotomía por la que luego se mete el dedo y se les saca la lengua por ahí". Ambos casos se están investigando, pero, según Flores, "desde hoy se les volverá a presionar y mucho más".

El fiscal jefe considera que el ataque de los letrados ha sido "desmesurado" y considera que "se ha maltratado a la fiscal [Marta Valcárcell, la instructora [María Auxiliadora Echavarril y la policía". A su juicio, esta estrategia "no es sorprendente" y puede venir bien a las defensas, "pero parece que quieren convertir el juicio en una lucha a muerte".

El testigo número 10 siguió ayer su rosario de acusaciones y ratificaciones, aunque incurrió en graves contradicciones, especialmente respecto al cantante y actor Javier Gurruchaga. Llegó a decir que estuvo con él en el Arny en diciembre de 1995, tras contactar por teléfono, y que luego se fue al hotel plaza de Armas. "En esa fecha el Arny estaba cerrado, el bar tenía cortado el teléfono desde marzo y Javier Gurruchaga no estaba entonces en Sevilla. El mismo se ha desmentido, porque estaba clarísimo que mentía", remarcó Almeida. Algo similar ocurrió con el hermano de María del Monte, Antonio Tejada, al que no reconoció después ni en foto ni en rueda de reconocimiento. Sin embargo, el 10 sostuvo ayer que esa era la verdad.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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