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FÚTBOL DUODÉCIMA JORNADA DE LIGA

El Madrid aprovecha la vía áerea

El Valladolid dio el susto al adelantarse en el marcador

Santiago Segurola

Por la vía aérea el Madrid solucionó los problemas que le generó el Valladolid en el arranque del encuentro. No le hizo falta un gran fútbol para batir a un equipo muy vulnerable en el juego alto y sin demasiado ánimo para sobreponerse a las dificultades. Se desinfló y desapareció. Fue una noche donde la mitad del Madrid jugó muy mal y don de Mijatovic estuvo sobresaliente, en plan ganador en cada jugada, la clase de jugador que los hinchas se imaginaron cuando llegó del Valencia.La afición se movió según el soplido de los goles, en un estado de hipersensibilidad poco favorable a los intereses de los jugadores, que primero escucharon murmullos de desaprobación y luego los silbidos del personal. Eso sucedió en el primer cuarto de hora. El Valladolid ganaba y jugaba. Había miedo e impaciencia en Chamartín, así que el Madrid se abocó a un partido que parecía muy difícil. Sin embargo, encontró la solución con rapidez: dos cabezazos que dieron la vuelta al partido. De repente, todo el mundo se sintió feliz. Así de cambiante es la materia de este juego.

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El Valladolid tiene la pinta de equipo arregladito, muy capaz de hacer daño en casi todos los campos. En el medio campo, Lozano y Edu se lo hacen a la vieja manera suramericano, con tranquilidad, juego corto y mucho oficio. A su lado, Benjamín es un ciclón con piernas. Su zancada es tan grande como su potencia. Cuando se pone en marcha, recuerda en su aspecto a los fenómenos físicos del Ajax, a aquellos Rijkaard y Gullit que llegaban desde atrás como caballos. Hubo una sensacional de Benjamín cuando el partido estaba 2-1 y el Valladolid trataba de encontrar de nuevo el aire al partido. Agarró la pelota en su campo y aceleró por el medio frente a todos los madridistas que le salían al paso. Parecían postes de teléfono frente al chico, que metió todas las marchas hasta encontrar la definitiva, la que le llevaba al gol. A última hora, al borde de la frontal, decidió pasar a Peternac, y sólo entonces apareció Hierro para desbaratar una acción que impresionó a la afición madridistas. Es la clase de jugada que te saca del Valladolid y te lleva al Barcelona o al Madrid.

Estos centrocampistas se encuentran más a gusto con la pelota que sin ella. En el aspecto defensivo son vulnerables y no están para presionar. Por lo tanto, al Valladolid le conviene tener el balón. Cuando esto ocurrió, metió en dificultades al Madrid. Marcó en el arranque del partido, en un pase largo bien aprovechado por Peternaci y mal defendido por Hierro y Sanchis. Peternac realizó un control estupendo y superó a Cañizares, que perdió la onda para toda la noche. Un tiro de Benjamín al palo abundó en las malas vibraciones que tenía la hinchada madridistas. Pero el empate llegó muy pronto. Mijatovic cabeceó un centro de Roberto Carlos y apagó el ruido de sables.

El cabezazo de Mijatovic fue el primero de una larga serie en el área del Valladolid. Como sucedió en el Camp Nou, los defensas de Kresic fueron extraordinariamente vulnerables en el juego alto. En el juego bajo tampoco son gran cosa, o eso pareció. El caso es que el Valladolid se desanimó, perdió de vista al balón y pasó de llevar el partido a tenerlo en contra. Inmediatamente se produjo el segundo gol del Madrid, más elaborado que el primero pero de las mismas características en esencia: Roberto Carlos terminó por meter el centro y Hierro lo cabeceó con habilidad. Lo que se presumía como una noche complicada para el Madrid, se alivió en seis minutos.

Cuando el partido perdió urgencia, se vio a cada equipo tal y como es. Se vio, por ejemplo, que Benjamín no está para correr a Roberto Carlos por la banda. Benjamín es un jugador de vocación ofensiva que resulta más interesante cuando no está limitado por la raya lateral. Por lo mismo, aunque por razones diferentes, Raúl anda pez en la banda izquierda. Desde hace algún tiempo, está decaído, probablemente por el efecto de sus problemas físicos, pero también por la confusión que le genera el incesante cambio de posiciones. Por desgracia, pasa por todas, menos por la delantera, que es su sitio. A Guti, que es una solución interesante para el enganche en el medio campo, le falta aprobar la asignatura de Chamartín. Tampoco jugó bien esta vez, aunque salvó el empate con un despeje de media espuela en la raya de gol. Hasta para esas cosas hay jugadores diferentes. En el capítulo sospechoso, también hay que incluir a Seedorf, que ha bajado su actividad de manera alarmante.

Los papeles protagonistas fueron asumidos por Roberto Carlos, que metió los dos pases de gol y se animó considerablemente, por Hierro -formidable tras el error en el gol de Peternac- y por Mijatovic, activo, punzante y hábil. Mijatovic estuvo en su mejor versión, revitalizado por la racha goleadora. Fue el hombre del partido y el público lo entendió sin ninguna duda. Se retiró en medio de una ovación estruendosa después de protagonizar el tercer gol.

Al Valladolid le afectó demasiado el gol de Hierro. Dejó en blanco el segundo tiempo, que fue manejado con facilidad y sin excesos por el Madrid. Como no sobró fútbol, lo más interesante se produjo en la grada, donde la gente censuró de forma multitudinaria los cánticos fascistas de los Ultras Sur. Fue una reacción hermosa y firme al puñadito de nazis que se pretenden propietarios de la voluntad general en el estadio.

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