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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Caro error

EL VICEPRESIDENTE Rato no anda sobrado de fortuna en sus últimas declaraciones. Ayer provocó una súbita caída de la cotización de Telefónica en la Bolsa con el anuncio erróneo de que las tarifas urbanas del teléfono bajarán el año próximo entre el 20% y el 50%. Una rectificación posterior de los servicios del Ministerio de Economía evitó que la acción de la compañía, que perdió 110 pesetas en veinte minutos a causa de la equivocación de Rato, se desplomase del todo en la Bolsa de Madrid. El daño final puede estimarse en una pérdida de unas 40 pesetas por acción.Nadie está exento de errores, pero el episodio de ayer muestra algunos fallos en cadena. El primero es que el texto elaborado por los servicios técnicos del vicepresidente sobre una materia tan sensible para los mercados recogiera una disparatada rebaja de hasta el 50% en las tarifas urbanas. No se trató de un lapsus verbal del máximo responsable económico, sino de un error escrito y, al parecer, incontrolado por quien debe revisar los textos que se dirigen a la opinión pública. Pero tan llamativo o más es el hecho de que el propio vicepresidente -en plena borrachera de éxito por su política liberalizadora- no advirtiera la desmesura de las cifras. Resulta insólito que el vicepresidente económico anuncie sin inmutarse rebajas de tal calibre en las tarifas urbanas, cuando la tendencia dominante marca subidas en este servicio frente a rebajas en las llamadas provinciales, nacionales e internacionales.

Más información
Un error de Rato provoca la caída de Telefónica en la Bolsa.

No es la de ayer la única intervención desafortunada de Rato. En su intento por justificar el crecimiento del gasto de las comunidades autónomas, ha declarado que no hay ninguna ruptura de la austeridad, sino un simple aumento de transferencias con las correspondientes partidas de gasto. Si esta explicación es correcta, debería explicar qué partidas de los presupuestos del Estado registran el recorte correspondiente a las materias transferidas. A lo mejor resulta entonces que los presupuestos no son tan austeros como se proclaman.

La intervención de ayer del vicepresidente -¡en las jornadas que The Economist organiza cada año en España!- invita a la reflexión. No es la primera vez que el responsable de la economía española siembra el nerviosismo en los mercados. Ya lo hizo en mayo del año pasado, cuando ratificó imprudentemente una declaración de su compañero de Gobierno Abel Matutes favorable a "parar el reloj" de la integración monetaria. Rato debería escribir cien veces en la pizarra: "No debo perturbar en vano la tranquilidad de los mercados".

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