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Mensaje de reconciliación de Yeltsin en el aniversario de la revolución comunista

El presidente ruso, Borís Yeltsin, se dirigió ayer a la población con un emotivo mensaje de reconciliación en el que llamó a terminar con la profunda división existente en la sociedad rusa. Mientras tanto, la izquierda marchó por las calles céntricas de la mayoría de las ciudades en conmemoración del 80º aniversario de la revolución bolchevique. Los manifestantes pidieron la dimisión, tanto del presidente Yeltsin como de su Gobierno.

"La revolución provocó un conflicto en el interior de la sociedad enfrentó a los rusos en una fraticida guerra civil, sacrificó los valores humanos sencillos en aras del fanatismo político, por largo tiempo nos dejó fuera de la comunidad internacional, nos convirtió en un espantajo para otros pueblos y países" dijo ayer en su alocución el presidente. Al mismo tiempo, Yeltsin reconoció que no se puede eliminar una fiesta "con la que están relacionados largos años" de la historia rusa. "Este día sigue siendo de fiesta" para muchos y es indudable que "la gente creía sagradamente en un futuro radiante", señaló el líder ruso. Además, en la historia soviética hubo cosas buenas y son éstas las que la gente recuerda la victoria en la II Guerra Mundial, la conquista del espacio, las numerosas obras grandiosas erigidas por el pueblo.Yeltsin dijo que ha promulgado un decreto por el que ordena levantar un monumento a los caídos en la sangrienta guerra civil rusa. Se trata de "un monumento común, dedicado tanto a los blancos como a los rojos, un monumento a la fe y a los errores, a la valentía y los sufrimientos del pueblo", un "símbolo de la voluntad común de concordia y reconciliación, de la aspiración conjunta a la paz cívica". El líder ruso reafirmó su fe en los valores democráticos, y señaló su convicción de que basándose en estos valores se podrá hacer de Rusia un país floreciente.

Otros fueron los ánimos que predominaron ayer en las filas de la oposición de izquierda, que en Moscú marchó por la calles céntricas hasta llegar a la plaza de Lubianka, frente a la sede del Servicio Federal de Seguridad -el ex KGB-, donde hubo un multitudinario mitin.

Además de las típicas pancartas conmemorativas de la revolución bolchevique, había otras, bastante más agresivas, sobre los actuales dirigentes: "¡Yeltsin, a los tribunales!; ¡Berezovski, vete a Israel!; ¡Chubáis, a [la cárcel de] Lefórtovo!". Y los discursos de los líderes de la oposición fueron nada conciliadores.

Guennadi Ziugánov, el presidente del Partido Comunista, dijo que no puede haber concordia entre los blancos y los rojos, entre contrarrevolucionarios y revolucionarios. "Con esa paz no estarán de acuerdo los millones de huérfanos, de parados y de refugiados", señaló, y agregó que la Unión del Pueblo Patriótico, organización que reúne a los opositores nacionalistas y de izquierda, está decidida a "echar de Rusia a la camarilla gobernante".

El duro lenguaje utilizado por Guennadi Ziugánov en el mitin contrasta con la posición conciliadora adoptada en la última crisis política y aparentemente no pasa de ser un truco para aplacar a quienes le acusan de traidor por haber pactado con el actual régimen.

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