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Reparación a una esclava del nazismo

Una anciana recibirá 15.000 marcos por los trabajos que realizo cuando estuvo prisionera en Auschwitz

Pilar Bonet

Rywka Merin, una anciana israelí de origen judío polaco, recibirá 15.000 marcos (1.260.000 pesetas) del Estado alemán como reparación por los trabajos forzados que se vio obligada a realizar entre 1943 y 1945, cuando estaba prisionera en el campo de concentración nazi de Auschwitz. Un tribunal de Bonn dio a conocer ayer esta polémica sentencia, que, muy posiblemente, despertará nuevas esperanzas de compensaciones económicas y renovará los ánimos combativos de quienes fueron utilizados como esclavos por el nacionalsocialismo y no han sido indemnizados.En la defensa de sus intereses, Merin no estaba sola. La anciana formaba parte de un grupo de 21 mujeres y un hombre (fallecido durante los trámites del proceso), de edades comprendidas entre los 70 y los 80 años, que, por haber sido utilizados como mano de obra en Auschwitz, se habían dirigido a los tribunales de la antigua República Federal de Alemania (RFA). Sin embargo, todas las peticiones, excepto la de Merin, fueron rechazadas, puesto que los solicitantes habían sido resarcidos por el Estado alemán después de la Segunda Guerra Mundial.

Lo que diferenciaba a Rywka Merin del resto de los demandantes era no haberse beneficiado directamente de las compensaciones financiadas por el Gobierno de la RFA por haber vivido en Europa del Este hasta 1968. La anciana, cuyo caso es un precedente jurídico por haberse resuelto de forma individual, había recibido dinero de la Jewish Claims Conference, pero sólo como reparación por los daños causados a su salud. Hasta ahora, las reparaciones a las víctimas del nazismo se han resuelto, por lo general, mediante acuerdos colectivos, ya sea con Estados o con instituciones como la Jewish Claims Conference. Después de la reunificación alemana, esta entidad ha repartido más de trescientos millones de marcos entre más de 60.000 afectados, la mayoría de ellos en EE UU y en Israel.

Al igual que el resto de sus compañeros, Merin había trabajado en una fábrica de municiones y granadas que dependía del campo de concentración de Auschwitz. Era una esclava en el sentido más literal de la palabra, ya que su sueldo en los talleres de la fábrica Weichsel-Metall Union (una empresa ya desaparecida) iba a parar íntegramente a las SS. La prisionera, tenía que caminar durante dos horas para llegar al taller, donde trabajaba durante 12 horas más antes de emprender de nuevo el regreso al campo de concentración. Cada día recibía un tazón de sopa a compartir entre tres, una taza de té y un mendrugo de pan.

El tribunal de Bonn echó cuentas de manera metódica. Con 55 semanas trabajadas y teniendo en cuenta el sueldo de 60 marcos a la semana que por entonces recibía un obrero alemán, a Merin le correspondían 3.300 marcos del Reich. El tribunal transformó aquel dinero caduco en dinero de hoy: en total, 15.000 marcos.

Hasta el fin de la guerra fría y el desmoronamiento del bloque socialista, los ciudadanos de los países de Europa del Este que habían sido antiguos prisioneros de los campos de concentración nazis tenían pocas posibilidades de iniciar una demanda de compensación económica contra el Estado alemán y de acogerse a la ley federal de compensación. El acuerdo de Londres para regular las deudas del nacionalsocialismo, que data de 1953, posponía la resolución de las demandas contra Alemania procedentes de la Segunda Guerra Mundial hasta la firma de un tratado de paz. Sin embargo, en lugar del tratado de paz llegaron los acuerdos "dos más cuatro" y los documentos de unificación con la República Democrática Alemana en 1990. Son precisamente estos documentos, mencionados ayer en la sentencia del tribunal de Bonn, los que pueden permitir ahora a muchos supervivientes de los campos seguir defendiendo sus casos en los juzgados. Algunos temen que la factura de la reunificación alemana pueda ser engrosada todavía más con una nueva oleada de demandas de reparaciones que podría suponer 100.000 millones de marcos.

Los abogados de las 20 mujeres, cuyas pretensiones fueron rechazadas ayer, ya han anunciado que seguirán recurriendo ante los tribunales, y los políticos en Bonn se asustan o se replantean viejos temas. "Alemania necesita una regulación clara para las compensaciones por las injusticias cometidas por el nacionalsocialismo", señala un comunicado del Partido Social Demócrata (SPD). Por su parte, Los Verdes han anunciado una iniciativa propia para regular legalmente las compensaciones para los esclavos de los nazis.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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