La cumbre de los Balcanes concluye sin disipar el recelo greco-turco

El primer ministro griego, Costas Simitis, pidió ayer que los Balcanes dejen de ser llamados "el barril de pólvora de Europa", en la clausura en la isla de Creta de la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno de los ocho países del sureste europeo. La cumbre, que comenzó el lunes, concluyó con un anodino documento de buenas intenciones, mientras aumenta la tensión entre dos de los países participantes, Grecia y Turquía. De hecho, ayer aterrizaron en la parte de Chipre ocupada por Turquía ocho F-16 turcos en respuesta a otros ocho F-16 griegos que aterrizaron en el sur para participar en unas próximas maniobras greco-chipriotas.

Simitis, anfitrión de la cumbre, se refirió en su discurso de clausura al buen clima que ha presidido esta conferencia, mientras que su colega turco tuvo palabras de elogio para los políticos griegos, excepto para el ministro de Asuntos Exteriores, Teodoros Pangalos. Yilmaz alabó también el llamamiento urgente del secretario general de la OTAN, Javier Solana, para establecer en el mar Egeo, y en especial alrededor de Chipre, una serie de medidas militares destinadas a aumentar la confianza entre turcos y griegos. Según estas medidas, Grecia tendría que desmantelar el armamento de las islas próximas a las costas turcas.