Parlamentarias españolas denuncian sexismo entre sus compañeros de partido
"Tenemos ocho parlamentarios en Vitoria, de los que cinco somos mujeres, pero mandan los tres hombres porque los tres integran la Comisión Ejecutiva del partido", aseguró este fin de semana en Bilbao Jasone Iraragorri, parlamentaria vasca de Eusko Alkartasuna en el marco del primer Congreso Europeo sobre Gestión Política de las Mujeres que se clausuró ayer en Bilbao. Iraragorri, Begoña San José, ex miembro de la dirección de IU y la catalana Magda Oranich (Iniciativa per Catalunya) expusieron ante un auditorio de 260 feministas y políticas europeas su experiencia política como mujeres.Magda Oranich explicó que ha abandonado la actividad parlamentaria "por la incomodidad que sentimos las mujeres en una política masculina. Incluso las que dicen que no son feministas reconocen esto en privado". Oranich dijo que el aumento de mujeres en el Parlamento, -que ha pasado del 6,5% de 1990 al 22% actual en el Congreso de los Diputados-, responde a una demanda social y no a la reflexión de los hombres".
Begoña San José, ex-concejala madrileña por IU destacó 1a batalla de las mujeres" de IU y PSOE para establecer una cuota de participación femenina del 25% y del 35%, "aunque no se cumpla y a veces, estén integradas por las mujeres más dóciles de los partidos".
El congreso promueve una candidatura de mujeres a las elecciones europeas del 13 de junio de 1999, que comenzó a impulsar el ano pasado el colectivo feminista bilbaíno Lambroa, y al que se han adscrito ya 6 organizaciones feministas y el Partido Feminista de España de Lidia Falcón. La candidatura será impulsada también en sus países por los Partidos Democráticos de las Mujeres de Francia, Holanda y Alemania. Para sufragar la plataforma electoral se ha iniciado la campaña "100 pesetas por nuestros derechos".
Políticas y feministas fijaron que los objetivos finales del feminismo son la lucha contra el patriarcado y contra cualquier tipo de discriminación, la defensa de la ecología, la desmilitarización, la solidaridad con los países en desarrollo y "una calidad de vida ligada a la convivencia y no a la competitividad sin medida".
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