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Yeltsin no paga el sueldo a los empleados de la puntera industria militar rusa

Paradójico, pero cierto: Rusia, que obtiene miles de millones de dólares con la venta de armas, no tiene dinero para pagar a quienes las hacen. Así lo testimonia la huelga indefinida declarada la semana pasada por los trabajadores de la fábrica Progress, de Arséniev, donde ensamblan los helicópteros de combate más modernos. Los rusos siguen creando excelentes aparatos militares, como lo demuestran las pruebas del caza invisible S-37, que no puede ser descubierto ni por los radares ni por los equipos infrarrojos.

La paciencia de los trabajadores de la Progress, que montan los temidos helicópteros Ka-50, el Tiburón Negro, y K-52, el Alligator, llegó a su límite el miércoles, cuando se declararon en huelga indefinida. Los objetivos de la acción de protesta son dos: conseguir que por fin les paguen los sueldos, que hace ya medio año que no reciben, y que se les garanticen pedidos estatales, sin los cuales la fábrica no podrá subsistir.Rusia, en 1996, ocupó el cuarto lugar en la lista mundial sobre la venta de armas, según el informe recientemente publicado en Londres por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), detrás de EE UU, el Reino, Unido y Francia; y el segundo según el editado hace unos meses por el Instituto Internacional de Investigaciones de la Paz de Estocolmo (SIPRI). En cualquier caso, Rusia es uno de los principales productores de armas del mundo y pretende afianzar sus posiciones en este campo.

Para ello son muy importantes las ventas de aviones de combate a los países del sureste asiático, región que en los últimos años se ha convertido en un importante comprador de armamento. Rusia entró con fuerza en este mercado en 1994, cuando firmó un contrato con Malaisia para vender a Kuala Lumpur 18 cazas Mig-29 por unos 600 millones de dólares (unos 90.000 millones de pesetas al cambio actual). La semana pasada, la industria militar rusa reafirmó su presencia en ese país al llegar al acuerdo de modernizar esos aviones, lo que le costará a los malaisios 34 millones de dólares. Vietnam, que compró en 1995 seis cazas Su-27 por 180 millones de dólares, piensa ahora adquirir otros 24 aviones por cerca de 800 millones. E Indonesia anunció en agosto su decisión de comprar 12 cazas Su30K y ocho helicópteros Mi-17-1B.

Canje por alimentos

Verdad es que Yakarta desea hacer parte del pago con aceite de palma, café instantáneo y caucho. Los chinos también en su tiempo pagaron los aviones del tipo Sujói con artículos de consumo: zapatillas de deporte baratas y anoraks rojos, por los cuales se podía reconocer a los trabajadores de la fábrica de Irkutsk, donde se ensamblan los Sujói, pues a ellos se les había pagado el sueldo con estos artículos y no con dinero. Por cierto, esa fábrica, como la Progress de Arséniev, también se encuentra en una situación desastrosa, aunque ha podido colocar algunos de sus aviones. Claro que no al Ministerio de Defensa, que en los últimos tres años ha comprado sólo un avión en Irkutsk.La Unión de Myamnar (la antigua Birmania), que acostumbraba comprar aviones en China, últimamente ha mostrado su interés por los aparatos rusos y ahora está en conversaciones para adquirir cazas Mig29 y helicópteros Mig35..

Por último, los rusos participarán con el MiGam-29 en el concurso anunciado por Filipinas, que desea comprar una escuadrilla de 18 cazas modernos. Los rivales de los rusos aquí serán EE UU, con los F-16 y F18, e Israel, con los Mirage-2000 y los Kfir-2000.

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La falta de medios financieros, de piezas de repuesto y de nuevas elaboraciones tecnológicas puede en el futuro influir negativamente en las perspectivas de Rusia como exportador de armas. Pero por ahora sus posiciones son bastante seguras. Además, acaba de crear un nuevo caza con el que espera conquistar nuevos mercados. Se trata del S-37, que ya está haciendo sus primeras pruebas.

El S-37 o Bérkut (águila real) es, según los expertos, mejor que el estadounidense F-22, de la Lockheed-Martin, que acaba de pasar sus primeras pruebas en septiembre. El nuevo caza ruso tiene 22,6 metros de largo, la envergadura de las alas es de 16,7 metros y el peso de despegue de 24 toneladas- puede desarrollar más de 2.200 kilómetros por hora, y es invisible a los radares y a los equipos infrarrojos. Creado por encargo del Ministerio de Defensa para la Fuerza Aérea rusa, su futuro ahora se ve amenazado las "complejas relaciones" existentes entre el comandante de ésta, Piotr Deinekin, y el diseñador general de Sujói, Mijaíl Símonov. A las pruebas del nuevo caza no asistió ningún representante de la Fuerza Aérea, pero sí hubo oficiales de las Fuerzas de Defensa Antiaérea y de la Aviación de la Armada.

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