No me deja indiferente

Yo, supongo que al igual que muchos otros ciudadanos, asisto con cierta indiferencia a la batalla entre grupos de comunicación, por mucho que los métodos del Gobierno me resulten execrables. Pero lo que no me deja indiferente es que, por atender a esa guerra, uno de los participantes desatienda el principal objetivo de su empresa, máxime cuando hoy en día no cabe alternativa. Y me sorprende aún más que estas cosas no salgan en la prensa o en el resto de los medios de comunicación.Me estoy refiriendo a cómo ha bajado el índice de calidad del servicio telefónico, y, sin embargo, cómo siguen subiendo las tarifas. Por ejemplo, la última vez que me cambié de domicilio -hace aproximadamente 18 meses-, tardaron. 24 horas en trasladarme el teléfono. En las mismas circunstancias, el teléfono del despacho de mi cuñado ha tardado en ser trasladado ¡cuatro días! ¿Esto es mejora en la calidad del servicio, cuando encima, a punto de ser privatizada y para consolidar su posición monopolística en el mercado, el Gobierno popular le hace el regalo de subirle escandalosamente las tarifas?

Como usuario de Internet, veo cómo cada día baja la velocidad de la línea y me paso mucho más tiempo conectado para conseguir la misma información (y, en consecuencia, pagando más). Pero es que si pretendo contratar una línea RD (que tampoco es que me vaya a ofrecer una velocidad de locura), entre el alta, la tarjeta para el ordenador y el teléfono digital, ya puedo ir preparando casi cien mil pesetas, además de pagar luego cada mes casi seis veces lo que pago de cuota por el teléfono normal.

Trabajo en un gran municipio del sur de Madrid, y veo cómo, si el Ayuntamiento no paga religiosamente en un par de meses su factura, Telefónica le corta el teléfono, pero Telefónica tarda más de 18 meses en pagar los impuestos y precios públicos al Ayuntamiento sin que éste pueda hacer nada.

Claro que no hay que olvidar que Telefónica tiene una ley especial para regular su forma de pagar impuestos, cosa que si antes ya era sorprendente, hoy en día, cuando ya es una empresa totalmente privada, resulta totalmente inaceptable: ¿para cuándo la derogación de esa ley?, ¿por qué Telefónica sigue teniendo privilegios que no tienen Gas Natural, Unión Fenosa o Retevisión? Esta subordinación de un poder público a una empresa privada es verdaderamente increíble.

Veo con envidia otros países que no están en manos de empresas bananeras, donde las tarifas son más bajas, el servicio mejor, el contratar una línea de alta velocidad (incluso una T-1 o T-3) está al alcance de cualquier economía doméstica y donde las operadoras están preocupadas por ganar dinero, pero ofreciendo servicio, no jugando a las guerras financieras. Creo que en éste caso alguien le tendría que decir al señor Villalonga: zapatero a tus zapatos (aunque los suyos sean hechos a mano).-