Mal trago
Tras 48 horas intentando olvidar el mal trago del domingo, al intentar compartir un rato de música con mis hijas, llego al colmo del estupor al leer en la prensa que el concejal. de Salud y Consumo se muestra sorprendido de que "algunas jóvenes fueran al recital acompañadas de sus madres".El histerismo de las fans es un fenómeno habitual hábilmente fomentado por casas discográficas y emisoras de radio.
No es reciente, podemos remontamos a los años cuarenta con la visita de Jorge Negrete, que quizá recuerden las abuelas de las actuales fans.
Los ahogos, desmayos, aplastamientos, etcétera, fueron provocados por el hacinamiento en un recinto claramente insuficiente. Tanto las que durmieron en la calle como las madres que las acompañamos lo hicimos porque caímos en la cuenta de que habría problemas de espacio.
¿Nadie en la Delegación del Gobierno o en el Ayuntamiento pudo prever con antelación que dicho emplazamiento no era adecuado?
¿Nadie en dichas instituciones recordaba la visita de las Spice Girls, donde también se vivieron situaciones peligrosas? ¿Tampoco El Corte Inglés o la casa de .discos pudieron calcular la masiva afluencia de público en función de sus millonarias ventas? ¿Tampoco los Cuarenta Principales, aunque ellos no lo organizaran, como han repetido hasta la saciedad, pudieron hacerse oír como expertos en el fenómeno fan?
Los verdaderos responsables del desastre culpan a estas jóvenes, que son la base de un floreciente negocio que genera muchos puestos de trabajo (discográficas, emisoras de radio, editoras de revistas y cromos, etcétera) y grandes beneficios para mucha gente, desde los propios Backstreet Boys hasta el señor que vende sus fotos en el mercadillo. Ellas se limitaron a acudir a un espectáculo que se les ofrecía, como puede hacerlo cualquier ciudadano.
Su comportamiento, dadas las circunstancias, no fue tan malo como cabía esperar. Es de destacar también la paciencia de la policía, que, como tantas veces, sufrió insultos sin ser culpable de la situación.
No las culpemos a ellas, pidamos responsabilidades a los que, por ineptitud o ambición de aumentar sus ganancias, jugaron con sus ilusiones e incluso con su integridad física.- Madrid.
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